En el capítulo anterior:
Arizona fue la
primera que se quedó dormida, sintiendo la respiración de Callie en su cuello,
quien la acunó en sus caderas envolviéndola en un cálido y tierno abrazo.
Callie aspiró el exquisito aroma floral que desprendía el cabello aún húmedo de
Arizona y se quedó dormida unos minutos después con una sonrisa en sus labios.
Allí estaba en Cadaqués, finalmente, abrazando al ser que más amaba por sobre
todas las cosas en este mundo, el amor de su vida con el que había soñado
despierta cuando era sólo una adolescente.
Epidemia –
Capítulo 36 – Me pierdo contigo
Al día siguiente, justo al
amanecer, Arizona despertó y quedó extasiada. Ante sus ojos se divisaba unos de
los paisajes más hermosos que ella había visto en toda su vida. La noche
anterior, Callie le dijo que dejaría las cortinas abiertas, para que Arizona,
que dormiría del lado de la cama que daba hacía el ventanal de la habitación
desde la cual se accedía a un balcón, pudiera admirar la belleza de Cadaqués
justo al despertar. Ellas habían llegado de noche y el mar era para ese momento
sólo una espesa negrura donde sólo se escuchaba el chapoteo de las pequeñas
olas reventando en la orilla, pero ahora, casi al amanecer, se dio cuenta que
Callie tenía razón, el mar sereno, los pequeños barquitos atracados cerca de la
orilla, el pueblito en la falda de la montaña, de casitas blancas y ventanas
azules, era hermoso, tan hermoso que Arizona entendió porque Callie había
soñado regresar allí, con el amor de su vida, algún día. ¡¡¡Y el amor de su
vida era ella !!!.
Ese pensamiento la llenó de ternura, así que se giró para admirar a su
prometida, que se veía aún más bella durmiendo plácidamente a su lado. Arizona,
con mucho cuidado para no despertarla, acarició suavemente con el dorso de la
mano su mejilla y luego sonriendo, le dio un tierno beso en su frente. Después
se fue al baño y al salir de él, tomó una de las cobijas de la cama, se la puso
por encima para abrigarse del frio de esa hermosa mañana de primavera y sin
hacer ruido, se dio paso hacia al balcón, cerró la puerta de vidrio de nuevo
tras de ella y se paró recostada a la baranda, para poder admirar en todo su
esplendor el hermoso paisaje que se desplegaba ante sus ojos.
Dentro de la habitación, Callie continúo durmiendo un rato más, hasta
que el burbujeo de la cafetera que se había activado de forma automática a la
hora previamente programada, comenzó a sonar. Callie abrió los ojos y se dio
cuenta que Arizona estaba en el balcón, obviamente disfrutando de la hermosa
vista de Cadaqués. Así que para darle una pequeña sorpresa, fue al baño sin
hacerse notar y después sirvió dos tazas de café recién colado y salió hacia el
balcón.
En el instante en que Callie deslizó la puerta de vidrio, Arizona se
giró y le dijo con una sonrisa que le iluminó la mirada:
-Buenos días mi amor, no me di cuenta que ya habías despertado
Callie, con una enorme sonrisa dibujada en su rostro, le contestó:
-Buenos días mi pichirruchi, preferí que no te dieras cuenta para traerte
esto, se que te encanta un café recién colado al amanecer y quise servirtelo
antes de salir a reunirme contigo aquí…, después de entregarle la taza de café
caliente a Arizona, Callie hizo una pausa y luego agregó pasando su mano sobre
su propio brazo: …-¡Huy! Hace frío
Arizona sonrió y quitándose la cobija que pasó por la espalda de Callie,
le dijo:
-Si mi amor hace frío, arrópate con la cobija y abrázame dentro de ella
para sentir tu calor, mientras nos tomamos ese café, que ¡ummmn! huele
divino…Gracias
Callie se acomodó la cobija alrededor de su cuerpo y abrazó a Arizona
por detrás, envolviéndola dentro de sus brazos, y así arropadas y abrazadas
ambas comenzaron a tomar su café mientras admiraban el paisaje y sentían la
fresca brisa de la mañana acariciando sus rostros.
Después de unos instantes, fue Arizona quien rompió el silencio:
-Mi amor, tenías razón, Cadaqués es hermoso, yo lo vi en fotos, y me
pareció bello, pero una cosa es verlo en fotos y otra muy diferente es
sentirlo, escucharlo, este pueblito tiene algo, es mágico, etéreo, no sé, pero
cuando desperté, quedé impactada y me impacté aún más cuando salí hasta acá, al
balcón, me encanta y el estar aquí contigo…, bueno, creo que es casi como estar
en el cielo
Posando su barbilla en el hombro de Arizona, Callie suspiró y dijo:
-Creo que ahora entiendes por qué soñé despierta con regresar, con
regresar enamorada, justo como ahora, no tienes idea mi amor, de lo que significa
para mi estar aquí contigo, en este momento. En este pequeño y hermoso pueblito
en la costa del mediterráneo, siento que toman vida mis sueños, te tengo en mis
brazos y la sensación de paz, de felicidad y de esperanza que tengo ahora, esa
que creí haber perdido, hoy está conmigo gracias a ti, al inmenso amor que sé
que sientes por mi y que yo siento por ti, finalmente estoy aquí con el amor
que siempre soñé, con el amor de mi vida, ese amor que dejó de ser un sueño
para convertirse en una hermosa realidad.
Arizona percibió como las palabras de Callie hicieron vibrar su propia
alma, así que luego de colocar las dos tazas vacías encima de la mesa que se
encontraba a su lado, se giró para ver a Callie a los ojos, unos ojos que brillaban
inundados con lágrimas de felicidad. Fue en ese instante, que se hizo más que
evidente para Arizona que Callie estaba sintiendo el mismo torrente de
emociones que se agolpaban en su propia alma, como ese amor inmenso que sentían
la una por la otra las hacía vibrar y experimentar una felicidad casi imposible
de describir con palabras.
Profundamente emocionada, Arizona posó sus manos en el hermoso rostro de
Callie y lo acarició con sus pulgares para secar las lágrimas que se deslizaban
tímidamente por sus mejillas. Ambas se dedicaron una mirada tierna, profunda y
mientras se abrazaban con fuerza, poco a poco acercaron sus labios para
fundirse en un beso que encendió aún más todos los sentimientos que se
arremolinaban en sus almas.
Abrazadas entraron de nuevo a la habitación, se despojaron de sus ropas
y sin dejar de besarse, se acostaron en la cama. Más allá del deseo físico,
ambas sin tener que decirlo con palabras, sintieron una enorme necesidad de
vivir ese amor fundiendo sus almas y sus cuerpos en medio de besos y caricias
compartidas.
Arizona, acostada encima, comenzó a acariciar con sus labios y con los
dedos de sus manos el cuerpo desnudo de Callie, quien en medio de gemidos,
susurró:
-Te amo Arizona, quiero perderme en ti, quiero sentirte…
Antes de besarla de nuevo, Arizona profundamente emocionada susurró:
-Sí mi amor…, Sí…, te amo…
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Me pierdo entre tus dedos, en castillos de nubes
Espigas que levantan el vuelo entre figuras que sueño
Me pierdo contigo
En un camino distraído
Siguiendo las huellas del mapa
Donde siempre me atrapas
Siente de cerca lo que digo
Escucha con fuerza
Cada suspiro perdido
Cada verso callado
Cada latido suspendido
Me pierdo contigo
En un deseo que se abre espacio
Sobre el agua mansa que en tus brazos
Me hace sentir que vivo
Me pierdo contigo
Hallando sólo un lugar certero
Donde toman vida nuestros sueños
Donde está la paz…, que había perdido
Me pierdo entre tus dedos, tras el encanto de un beso
Tu voz es el misterio que enciende todos mis
sentimientos
Siente de cerca lo que digo
Escucha con fuerza
Cada suspiro perdido
Cada verso callado
Cada latido suspendido
Me pierdo contigo
En un deseo que se abre espacio
Sobre el agua mansa que en tus brazos
Me hace sentir que vivo
Me pierdo contigo
Hallando sólo un lugar certero
Donde toman vida nuestros sueños
Donde está la paz
Me pierdo contigo
En un deseo que se abre espacio
Sobre el agua mansa que en tus brazos
Me hace sentir que vivo
Me pierdo contigo
Hallando sólo un lugar certero
Donde toman vida nuestros sueños
Donde está la paz…, que había perdido
Me pierdo contigo…
Arizona miraba a los ojos a Callie, con una expresión llena de amor y de
devoción, una expresión que era como el reflejo de los mismos sentimientos que
brotaban de esos hermosos ojos marrones brillantes que ella adoraba. Percibiendo
como su propia alma vibraba en medio de su pecho, Arizona bajó la mirada hacia
los labios desquiciantes que la esperaban, hasta que lentamente los unieron para
fundirlos en un beso profundo y lleno de ternura, que Arizona sólo separó para
iniciar su excitante recorrido por la suave piel color caramelo de su hermosa
amante. Con la boca abierta, los labios de Arizona acariciaban el cuello de
Callie, mientras ella respondía a sus caricias con gemidos de placer y movía
sus caderas en búsqueda del éxtasis que sólo Arizona podía brindarle.
Callie exhaló una nueva secuencia de gemidos y con los ojos cerrados
apretó la cabeza contra la almohada, cuando sintió la lengua caliente de
Arizona bordeando uno de sus pezones, mientras acariciaba el otro con sus manos.
Arizona sintió como los pezones de Callie se endurecían, encantada de como ella
reaccionaba siempre ante el contacto. Arizona chupó y lamió ambos pezones,
luego inclinó la cabeza y miró a los ojos marrones. Callie tomó con sus manos
ambos lados de su rostro y besó a Arizona una vez más, extasiada por los suaves
labios rosados a los cuales era adicta.
Cuando separaron sus labios, Arizona continúo su lento recorrido hacia
el sur en ese cuerpo que ella adoraba, dispuesta a acariciar cada milímetro.
Callie movió nuevamente las caderas contra ella y tensó los dedos de sus pies en la anticipación
cuando sintió las caricias lentas y excitantes de Arizona acercarse a su centro.
Arizona sonrió ligeramente cuando con sus dedos abrió la vagina de
Callie y observó la evidencia irrefutable del efecto de sus caricias sobre ella,
su centro estaba total y completamente inundado. Callie nuevamente movió sus
caderas y gimió de placer cuando sintió la lengua plana de Arizona deslizándose
desde abajo hacia arriba. Las manos de Callie se apoderaron de las sábanas
mientras la lengua de Arizona hacía su magia.
Después Arizona comenzó a chupar el clítoris de Callie, quien entre
gemidos y jadeos, cayó en el español sin darse cuenta: -¡¡¡ Ohhh sí, sí, Mi
Amor asíiiii, Ohhh… !!!
Arizona también gimió en respuesta, disfrutando de la fiesta ante ella.
Callie comenzó a mecer las caderas contra su boca, y luego Arizona hundió su
lengua profundamente dentro de ella, en respuesta Callie, dejó escapar un grito
ahogado. El ritmo de Callie ahora era incontrolable, todo lo que quería era
acabar y todo lo que Arizona quería era que nunca terminara. Pero ambas lo
sabían, las caderas de Callie comenzaron a levantarse de la cama con cada embestida
contra la talentosa lengua de Arizona, quien se aferró a los muslos de Callie y
se enterró más profundamente.
Callie gimió y jadeó y en un empuje final:
-¡¡¡ Oh Arizonaaaaa !!!, gritó mientras su cuerpo se convirtió en una
masa temblorosa de nervios enervados.
Arizona finalmente lamió los jugos que brotaron, mientras Callie seguía
gimiendo cuando su climax finalmente cedió. Arizona se deslizó lentamente de
vuelta al cuerpo de Callie y besó tiernamente su mejilla. Luego apoyó la cabeza
en su hombro, para darle tiempo a que retomara el ritmo de su respiración.
Después de un par de minutos, al regresar a La Tierra, Callie bajó un
poco la cabeza y acariciándole el cabello, besó la parte superior de la cabeza
de Arizona. –Te amo, ronroneó Callie. Arizona sonrió y luego de un profundo
suspiro respondió: -Y yo a ti, mi Calliope.
Unos minutos después le toco el turno a Arizona de gemir y de sentir, de
percibir como su cuerpo temblaba y se contorsionaba sin control con las lentas
caricias de Callie, quien estaba dispuesta a saborear con sus labios y
acariciar con sus dedos cada centímetro de la suave piel de la mujer que amaba
con locura. Y así como lo había sentido Callie momentos antes, Arizona poco a
poco se fue perdiendo en el deseo que abre las puertas de ese mundo exclusivo
que sólo ella y su Calliope conocían.
Después de minutos que parecieron horas, después de besos, abrazos y un
mundo de placeres compartidos, después de haber acariciado no sólo sus cuerpos,
sino también sus almas que vibraron con cada mirada, con cada gemido, con cada
suspiro, Callie y Arizona, yacían allí abrazadas, alternando miradas con
sonrisas, sonrisas con besos y besos con tímidas caricias; esas mismas miradas,
sonrisas, besos y caricias que daban paso a esa otra forma de hacer el amor exclusiva
de los seres que en verdad se aman, porque siempre se han amado, porque siempre
se amarán, esos seres que comparten un amor que es eterno porque trasciende el
espacio y el tiempo, el amor de las almas que al principio se dividieron para
aprender las lecciones que estaban destinadas a aprender pero que una vez
aprendidas, se reúnen, para evolucionar y viajar juntas, y esta vez… para
siempre
Arizona acostada encima de Callie, envuelta en el círculo cálido de sus
brazos, sintiendo las tiernas y relajantes caricias de sus dedos envueltos en
sus rizos dorados, sonriendo, dijo:
-Nunca en mi vida recuerdo haber sido tan feliz como lo soy aquí y ahora,
amándonos, sintiéndonos…, hizo una pausa exhalando un bostezo y luego agregó:
…-y no sólo hablo del placer físico que es enorme, que nunca antes había
experimentado con nadie más, salvo contigo, también me refiero a esta paz, a
esta sensación que me llena el alma
Callie sonrió y luego de besar nuevamente la cabeza de Arizona, le dijo
con ternura:
-Me siento igual que tu mi amor, es una sensación que es difícil de
describir con palabras, lo único que te puedo decir es que nos llena el alma y
además…, bostezando también, Callie agregó bromeando: …-da sueño.
Sonriendo ante la ocurrencia de Callie, Arizona dijo en medio de un
nuevo bostezo:
-Es cierto ¿crees que podamos dormir aunque sea una ratito antes de
salir a conocer Cadaqués?
-Si Ari, vamos a dormir un rato así abrazadas como estamos, aún es
bastante temprano
Arizona al igual que Callie, en pocos minutos se quedó dormida. Un rato
después aún adormecida, percibió una sensación extraña, como si estuviera
siendo observada, pero no se sintió incomoda por ello, por curiosidad abrió los
ojos y creyó verse a sí misma y a Callie paradas cerca de la cama, abrazadas y
sonriendo. Arizona sonrió pensando que estaba soñando y cerró los ojos de
nuevo, retomando su sueño que esta vez se hizo más profundo.
Unas dos horas más tarde, Arizona despertó, recordando de inmediato la imagen
que creyó haber visto, ella sonrió y sin darle demasiada importancia levantó la
cabeza para besar la barbilla de Callie, quien aún dormía.
Bromeando y con la clara intensión de despertarla, repitió la caricia,
pero esta vez sacó la lengua y la rozó por la barbilla de Callie nuevamente,
quien abrió los ojos y de inmediato sonrió cuando vio los hoyuelos de Arizona y
esa mirada llena de picardia que adoraba.
Manteniendo su bella sonrisa, Arizona dijo:
-Hola mi bella durmiente
-Hola mi pichirruchi ¿dormiste bien?
-Si mi amor, hasta soñé, bueno debo haberlo soñado, agregó Arizona
haciendo una mueca cómica
Intrigada Callie preguntó:
-¿Qué soñaste o qué creíste haber soñado mi cielo?
Con más seguridad en su tono de voz, Arizona contestó:
-Si definitivamente tuvo que ser un sueño, pero fue extraño, creí haber
abierto los ojos y mirarnos a nosotras mismas paradas frente a la cama,
estábamos una al lado de la otra, abrazadas y sonriendo.
Recogiendo con sus dedos un rizo dorado suelto que Arizona tenía sobre
su rostro, Callie le dijo:
-A menos que mi futura esposa se esté volviendo loquita, eso
definitivamente tuvo que ser un sueño, pero dime algo, por pura curiosidad ¿en
ese sueño nuestros yo alternativos nos veíamos más jóvenes o menos que como
somos ahora?
-Más jóvenes que ahora, no, quizás más o menos como somos ahora, salvo
por nuestros cabellos, yo lo tenía más largo y tú también, aunque no tan largo
como lo tenías antes de…, Arizona hizo una pausa, dejó de sonreír y con la voz
un tanto apagada, completó la frase: …antes de irme a África
Para Callie no pasó desapercibido el cambio en la expresión de Arizona,
así que le preguntó:
-¿Mi amor, no me digas que el tema de África aún te incomoda?
Haciendo un gesto con sus manos, casi rozando su dedo pulgar con el
índice, Arizona respondió:
-¿Sinceramente? Sí, aunque sólo un poquito, me recuerda que pude haberte
perdido.
Decidida a no permitir que Arizona recordara esos momentos tan duros,
Callie pellizco los costados de ella para hacerle cosquillas, cuyo cuerpo de
inmediato se contrajo y la hizo reír, mientras escuchaba a Callie diciéndole:
-Pero no me perdiste bobita, aquí estamos en Cadaqués, haciendo realidad
nuestros sueños, amándonos como nunca y comprometidas para casarnos, por lo que
a mi respecta África puede irse a…la mismísima porra
Sonriendo, Arizona dijo:
-Mi amor, no puedes mandar a África a la porra
-¿Por qué no?, a ver dime
-Porque la única forma de mover un continente es mediante un terremoto,
y a mi no me gustan los terremotos
Con una expresión llena de picardia y riendo Callie dijo:
-¿Así que no te gustan los terremotos? ¿Ahh?
-No
Retomando los costados de Arizona, Callie dijo mientras comenzó a
hacerle cosquillas en serio:
-Terremoto es el que vas a sentir ahora
Riendo a carcajadas y tratando de zafarse sin lograrlo de las manos de
Callie, Arizona dijo:
-No, no me hagas cosquillas, Callieeee no seas mala, Callieeeee
En pocos minutos ambas estaban revolcándose en la cama riendo a
carcajadas. Como pudo, Arizona en medio de las cosquillas que Callie continuaba
haciéndole, tomó una almohada y comenzó a golpearla con ella, fue cuando Callie
dijo riendo, abandonando las cosquillas y tomando otra almohada de la cama:
-Fin del Terremoto, Iniciando… ¡¡¡ Guerra de almohadas !!!
Como si fueran un par de niñas, Callie y Arizona, riendo a carcajadas,
se pararon sobre la cama mientras se daban almohadazo tras almohadazo, hasta
que de la almohada que sontenía Arizona, comenzaron a volar una gran cantidad
de plumas por toda la habitación. Cubiertas de plumas y sin dejar de reír,
Callie se sentó en la cama, tomó a Arizona por la cintura y con sus brazos la
atrajo hacia ella, Arizona cayó sobre Callie, sacando la lengua mientras
trataba de zafarse de una pluma que se le había metido entre los labios.
Acostadas ya en la cama, Callie tomó con sus dedos la pluma que Arizona tenía
en la boca y sin mediar palabras congeló la risa de Arizona atrapando sus
labios para besarla.
Cuando separaron sus labios, Callie con una sonrisa encantadora le dijo
a Arizona, quien también mostraba su hermosa sonrisa con hoyuelos incorporados:
-Con esta guerra de almohadas y sus consecuencias…, dijo mirando el
enorme reguero de plumas a su alrededor, …-hay un hecho que ha quedado plenamente
demostrado
Arizona riendo le preguntó: -¿Qué, que somos un par de locas?
Soltando una risa casi infantil, Callie respondió:
-No mi cielo, somos un par de locas, ya ese es un hecho consumado y más
que comprobado, lo que demostró esta guerra de almohadas y todas las plumas que
tienes encima, es que si tú fueras un plumífero, serías una hermosa,
hermosísima ave.
Arizona soltó una risotada y dijo: -¿o sea, que si fuera un “plumífero”,
no sería un patito feo?
-Oh no, no, no, no, no, no, para nada, serías como un cisne mi amor, un
hermoso e imponente cisne.
Arizona sonrió ante la nueva ocurrencia de Callie, y la miró a los ojos
sintiendo de nuevo ese dolorcito en el pecho que siempre percibía cuando el
amor que sentía por ella le alborotaba el alma. Callie a su vez sintió como una
especie de escalofrío que le recorrió toda la espalda, esa mirada de Arizona,
la derretía, siempre lo hacía.
Casi viendo sus almas a través de sus miradas y sin pronunciar una
palabra más, ambas acercaron sus labios para regalarse una secuencia de besos
tiernos y profundos que poco a poco se fueron convirtiendo en besos apasionados
que de nuevo abrieron paso a sus deseos.
Envueltas en plumas, sus cuerpos y sus almas se fundieron otra vez,
perdiéndose mutuamente en medio de ese amor que era capaz de encender la pasión
que las devoraba ardiendo al rojo blanco para luego envolverlas en la ternura y
la calidez de la paz y la inmensa felicidad de un abrazo.
Con la mitad de su cuerpo apoyado de medio lado y con su cara enterrada
en el cuello de Callie, Arizona jugueteaba con los rizos del cabello negro
mientras Callie la envolvía en un tierno abrazo alrededor de su cintura. Luego
de permanecer en silencio por unos cuantos minutos, ambas sonrieron cuando escucharon
claramente el estomago de Arizona rugir de hambre.
Fue entonces cuando Callie dijo:
-Creo que mi hermoso cisne tiene hambre
Sin abrir los ojos, Arizona dijo:
-Sí, estoy hambrienta
Dándole un beso en la frente, Callie preguntó:
-¿Qué te parece si nos damos un baño, nos vestimos y vamos a desayunar,
luego podríamos pasear un rato?
Levantándose se la cama y ofreciéndole una mano a Callie para que la
acompañara, Arizona dijo sonriendo:
-Vamos mi amor, hora de acicalarnos
Callie tomó la mano de Arizona, y mientras se paraba de la cama, dijo
riendo:
-Oh, sí y esta vez es casi literal, tenemos que desprendernos de estas
plumas
Arizona viéndose a sí misma, a Callie y toda la habitación cubierta de
plumas, dijo en un tono culpable:
-La camarera que venga a asear la habitación va a querer matarnos cuando
vea este desastre plumífero
-Pues no, si mi plan funciona, creo que nos perdonará, es más con suerte
quizás podría llegar a amarnos, dijo Callie sonriendo mientras entraba a la
ducha y abría las llaves de la regadera.
-Conociéndote mi amor, debo suponer que es un excelente plan
-Así es mi pichirruchi, ven aquí, dijo Callie extendiéndole la mano a
Arizona para que entrara a la ducha con ella.
Luego de un relajante baño donde Callie lavó el cabello de Arizona tal como
a ella tanto le gustaba, ambas salieron de la ducha, se secaron y se dirigieron
a la habitación envueltas en sus toallas para vestirse. Mientras Callie se
colocaba su sujetador y sus bragas, le recomendó a Arizona que se pusiera
zapatos cómodos, porque tendrían que caminar bastante para pasear por Cadaqués.
Arizona aceptó la sugerencia con una sonrisa y vió mientras se calzaba sus
tennis, que Callie sacó un billete de 20 euros del bolso y comenzó a escribir
una nota.
Callie escribió en español:
Disculpe el desorden y las plumas.
Mi prometida y yo comenzamos una guerra
de almohadas y una de ellas resultó
seriamente herida. Me
refiero a la
almohada, nosotras estamos ilesas :o).
La propina es para
usted, es nuestra manera de disculparnos
por el trabajo
extra que tendrá para
asear la habitación. Por favor,
reemplace la almohada
herida y avise
en recepción para que
el costo de la misma
sea cargado a
nuestra cuenta.
Gracias
Callie dejó la nota junto al billete en la mesa de noche y se giró para
continuar vistiéndose, pero se encontró de frente con Arizona, quien por curiosidad
se acercó para saber que decía la nota, pero al ver que estaba escrita en
español, frunció el ceño y dijo:
-He tomado una decisión, voy a aprender español, pero mientras tanto,
serías tan amable de traducirme lo que acabas de escribir.
Haciendo pucheros y abrazando a Arizona, Callie le dijo:
-Mi amor ¿vas a aprender español por mí?. Eso es tierno
Sonriendo y abrazando a su vez a Callie, Arizona respondió:
-Si mi cielo, y ahora que lo pienso, agradezco que mi prometida no sea
de descendencia rusa o china, creo que el español es más fácil de aprender.
Soltando el abrazo y moviendo sus caderas y sus hombros de una forma
sexy, Callie levantó una de sus cejas y dijo en un tono aún más sexy:
-Si, además te perderías de todo este fuego latino
Arizona percibió como el deseo corría nuevamente por su cuerpo,
sintiendo al instante la garganta seca. Tragando la poca saliva que aún tenía
en la boca, exhaló diciendo:
-Calliope, no me hagas eso, si no quieres que nos quedemos en esta
habitación llena de plumas todo el día mientras nos morimos de hambre.
Callie sonrió con ternura, se acercó a Arizona y abrazándola de nuevo,
le dijo al oído:
-La opción es tentadora pero yo también tengo hambre, así que vamos a
terminar de vestirnos, culminó diciendo Callie, no sin antes darle una palmada
juguetona a Arizona en el trasero.
Arizona puso los ojos y luego sonrió, mientras Callie se terminaba de
vestir con una franela manga larga, un blue jean y zapatos deportivos al mismo
tiempo que le traducía el contenido de la nota que le había dejado a la
camarera.
Soltando la risa, Arizona exclamó:
-¿En serio escribiste que la almohada estaba “herida”?
Como si fuera lo más obvio del mundo, Callie miró la almohada y
respondió:
-Mi amor, mira como dejaste la almohada, sufrió una hemorragia masiva de
plumas, es más, yo creo que a raíz de las heridas, esa pobre almohada está
muerta, deberíamos declararla... Callie
se dirigió hacía la almohada, hizo el ademán como si estuviera tomándole el
pulso, miró su reloj y dijo: -Hora de la muerte: 11:30 a.m.
Arizona que aún estaba sentada en el borde de la cama, flexionó su
espalda hacia adelante, se puso las manos en la cabeza, y tratando de contener
la risa, dijo:
-¡Oh Dios!, mi prometida es una loca, acaba de declarar la muerte de una
almohada por hemorragia masiva de plumas.
Callie se sentó a su lado, pasó su mano por su espalda para abrazarla y
mientras le daba un beso en la mejilla le dijo sonriendo:
-Y usted Dra. Robbins, queda detenida por el asesinado de la Sra.
Plumífera, tiene derecho a permanecer callada, si renuncia a ese derecho
cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra en un tribunal, tiene
derecho a un abogado, si no tiene como costearlo…
Arizona no dejó que Callie terminara de leerle sus “derechos”,
interrumpiéndola con un beso que le quitó el aliento. Cuando el beso finalizó, Callie
susurró con los labios a milímetros de los de Arizona: -Creo que está tratando
de sobornar a la autoridad, y le advierto que eso agrava su situación que ya es
precaria, usted fue atrapada con las plumas en la mano
Arizona que había estado tratando de contener la risa, no aguantó más y
soltó una sonora carcajada que fue música para los oídos de Callie y tan
contagiosa que la hizo reír a ella también.
Cuando finalmente el ataque de risa se aplacó, Arizona besó brevemente
los labios de Callie y le dijo:
-Mi amor ¿por qué eres tan payasa?, no he conocido a nadie que me haga
reír como tu lo haces, con tus payasadas y locuras ¡dices cada cosa!
Devolviéndole el beso y con una mirada pícara, Callie le dijo:
-No puedo creer que aún no sepas porque soy tan payasa…contigo…, tomando
una de sus manos entre las suyas, Callie agregó en un tono increíblemente
tierno: …-Me encanta tu risa, me fascina verte reír, y me gusta aún más cuando
soy yo quien la provoca
Esa confesión enterneció profundamente a Arizona, porque de cierta forma
era una prueba más de lo mucho que Callie la amaba, de lo mucho que le
importaba hacerla feliz, incluso inventando mil y una locura para hacerla reír.
Era obvio que su increíble imaginación y capacidad de inventiva le hacía mucho
más fácil la tarea de convertirse en una autentica payasa, pero saber que
Callie lo hacía intencionalmente para hacerla feliz, para hacerla reír a
carcajadas como tantas veces lo había logrado era realmente enternecedor.
Conmovida por ese pequeño nuevo descubrimiento, Arizona miró profundamente a
los ojos de la mujer que amaba y mientras acercaba sus labios para besarla,
susurró: -Te amo, mi Calliope
El tierno beso fue interrumpido por un nuevo crujido de estómago, que
esta vez provenía de las entrañas de Callie. El ruido las hizo sonreír a ambas
otra vez. Sabiendo que las dos estaban que se subían por las paredes del
hambre, Arizona se levantó y se llevó de la mano con ella a Callie en dirección
a la puerta de la habitación, diciéndole:
-Vamos a comer mi amor, las dos estamos hambrientas
Obediente Callie la siguió y se adelantó para ser ella quien abriera la
puerta de la habitación, acto seguido se asomó y miró a ambos lados como si se
estuviera escondiendo de alguien. Arizona frunció el ceño, intrigada por la
actitud de Callie y le preguntó, parada justo detrás de ella:
-Mi amor ¿qué haces? ¿de quién te estas escondiendo?
Viendo que no había moros en la costa, Callie tomó la mano de Arizona de
nuevo y después de cerrar la puerta de la habitación, se la llevó caminando en
dirección a las escaleras del hotel. Mientras bajaban, ella respondió:
-De la camarera, no quiero ver su cara de furia cuando vea nuestra
habitación emplumada
-Mi amor, pero le dejaste una nota y una propina
-Lo sé, lo sé, espero que eso la aplaque, pero primero verá el desastre
plumífero, luego la nota y la propina
Riendo Arizona dijo:
-Cielo, no tengas muchas esperanzas, cuando la camarera vea nuestra
habitación emplumada, pensará que allí durmieron un par de locas y cuando lea
tu nota, dónde calificaste de “herida” a una almohada, no le quedará ninguna
duda de eso.
-Lo cual es tu culpa
-¿Por qué?, ¿por qué es mi culpa?... ¡¡¡ Ah ya sé !!!, por que fui yo
quien “asesinó esa pobre almohada”, dijo Arizona con un fingido tono de
molestia.
Callie se detuvo en el descanso de las escaleras, Arizona la imitó y sonriendo
con picardía dijo:
-No mi pichirruchi, es tu culpa porque estoy loca pero… por ti
-Mi vida si sigues diciéndome cosas lindas no vamos a lograr salir de
este hotel nunca, si no estuviera casi muriendo de inanición te juro que
subiría esas escaleras para comerte a besos.
-Pero si me comes a besos, quizás se te quite el hambre ¿no?
-El hambre de ti si, pero el hambre de mi estómago no
Continuando su camino hacía la planta baja, Callie dijo:
-Eso nos pasa por no ser cuerpos gloriosos
-¿Cuerpos gloriosos?...¿de qué hablas?, preguntó Arizona, sospechando
que se avecinaba una nueva ocurrencia al estilo Callie Torres
-Mi amor, los cuerpos gloriosos no tienen estómago, de hecho no tienen
órganos
-¿Estas hablando en serio Callie?
-Sí mi amor, esta vez sí, por lo menos eso fue lo que leí en alguna
parte
-Entonces no quiero ser, por ahora, un cuerpo glorioso, afirmó Arizona
-Ni falta que te hace, tienes un glorioso cuerpo, dijo Callie en su tono
sexy mientras levantaba una de sus cejas de forma insinuante. Arizona sonrió
mientras Callie agregaba: -¿Y por qué no quieres ser un cuerpo glorioso por
ahora mi amor?
-Elemental mi querida Callie, si los cuerpos gloriosos no tienen
órganos, pues tampoco tienen…, Arizona hizo una pausa y luego completó
diciendo: …-bueno, tú sabes a lo que me refiero
-¡Órganos sexuales!, exclamo Callie entusiasmada, como si hubiera
descubierto el agua tibia
-¡Exacto!, exclamó Arizona
-Eso definitivamente es un fallo, en el cual nunca había pensado antes.
Ahora entiendo por que los llaman “placeres de la carne”.
-Así es…, afirmó Arizona, quien con un tono de picardia agregó: …-Por
cierto, yo he tenido muchísima suerte
Callie dejó las llaves de la habitación en la recepción y mientras
salían del hotel, le preguntó a Arizona:
-“Muchísima suerte” ¿por qué?
Apretando con fuerza una de las nalgas de Callie, Arizona respondió con
un tono exquisitamente sexy:
-Por este pedazo de carne que me tocó, tienes un culo…, Arizona hizo una
pequeña pausa para encontrar la palabra adecuada y luego dijo: …-glorioso, me encanta tu culo
Soltando una carcajada, Callie exclamó:
-Arizona, no me vengas a decir a estas alturas que yo soy sólo para ti
un pedazo de carne
Arizona se detuvo, abrazó a Callie y mirándola a los ojos le dijo
sonriendo:
-No mi cielo, eres el amor de mi alma, pero no me molesta en lo más
mínimo que el alma que adoro venga tan bellamente envuelta
Callie se rió de nuevo, besó brevemente a Arizona en los labios y
mientras la abrazó para continuar caminando le dijo:
-Creo que se te están pegando mis ocurrencias
Sonriendo Arizona respondió:
-Sí, eso es posible, muy posible
….
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Entre bromas, risas y abrazos, Callie y Arizona se sentaron a comer en
un restaurante en pleno paseo marítimo, un típico restaurante de playa con el
encanto pesquero que hace más agradable la comida. Lo que inicialmente iba a
ser un desayuno, se convirtió por la hora, en un suculento almuerzo. Pidieron
Fideuá para dos y mientras lo esperaban, picaron con unos mejillones al vapor
en salsa de ajo, perejil, cebolla, harina y un toque de vino blanco. Y para
acompañar pidieron una botella de Blanc Pescador.
Y ahora sí, con el estómago lleno, y fascinadas con el delicioso
almuerzo que habían tenido el placer de degustar, salieron del encantador
restaurante, abrazadas, sonriendo, felices, dispuestas a recorrer a pie la
hermosa villa de Cadaqués. No faltaron nuevas sonrisas, nuevas miradas llenas
de amor y devoción, nuevas ocurrencias que las hicieron reír a carcajadas y por
su puesto la enorme felicidad de saber que en cada paso, en cada parada un
sueño se estaba haciendo realidad, el sueño de Callie cuando sólo era un
adolescente de caminar por esos mismos lugares con el amor de su vida y el sueño
de Arizona, el que no sabía que tenía, el sueño de conocer el amor y
experimentar la enorme felicidad de entregarse en cuerpo y alma a otro ser
humano.
Juntas compraron en pequeñas tiendas souvenirs para sus amigos y
compañeros de trabajo, juntas recorrieron el casco antiguo, las angostas
callejuelas encaladas rodeadas de sus casas blancas adornadas con flores y
balcones coloridos, juntas respiraron la brisa marina que acariciaba sus
rostros, y finalmente, al atardecer, subieron a lo alto de la iglesia de Santa
María, la iglesia parroquial de Cadaqués, para disfrutar desde allí de la
imponente vista de ese pueblo hermoso, un pueblo donde sólo llevaban un día,
pero cuyos recuerdos permanecerían para siempre en sus corazones.
En lo alto de la iglesia, había un pequeño quicio de piedra donde
Arizona decidió montarse, y parada justo detrás de Callie, la abrazó por detrás
envolviendo su cintura con los brazos y apoyando su barbilla en el hombro de
ella, tal como Callie estaba acostumbrada a abrazarla.
Suspirando de felicidad, sintiendo la calidez del cuerpo de Arizona
alrededor del suyo, Callie tomó las manos de ella que estaban posadas sobre su
cintura y mientras ambas disfrutaban de la hermosa vista, ella le dijo con
ternura:
-No quiero olvidar nunca este preciso instante, quiero grabarlo a fuego
en mi memoria, y creo que sólo es necesaria una palabra para describirlo
Besando con dulzura el cuello de Callie, Arizona preguntó:
-¿Qué palabra mi vida?
-Felicidad, dijo Callie casi en un susurro
Fue tal la emoción con la cual Callie mencionó esa palabra, que Arizona
sintió unos latidos en medio de su pecho, porque ella sentía exactamente lo
mismo, era como si el tiempo se hubiera detenido y sólo existieran ella y
Callie viviendo un sueño, un momento mágico lleno de amor y de ternura.
Con esa profunda emoción que se desbordaba en su alma, Arizona exhaló y
dijo:
-Te amo Calliope…Te Amo
La necesidad de un beso se hizo inminente para ambas, así que Callie se
giró, posó ambas manos en las mejillas de Arizona y compartiendo una mirada de
donde brotaba el inmenso amor que sentían mutuamente, sellaron ese momento
mágico fundiendo sus labios en un beso que de nuevo hizo que el tiempo se
detuviera. Cuando finalmente separaron sus labios, fue Callie quien habló:
-Te amo Arizona, Gracias por estar aquí, Gracias por haber regresado a
mi, Gracias por esta felicidad inmensa que por momentos llegué a pensar que
nunca sentiría, Gracias por este sueño que tú estas haciendo realidad…Te Amo.
Y con esas palabras, llegó otro beso y luego otro y luego otro más. Y
tal como había sucedido la mañana de ese día memorable, sintieron la enorme
necesidad física y espiritual de fundir de nuevo sus cuerpos y sus almas. Tomadas
de la mano, recorrieron caminando su retorno al hotel y una vez en la
habitación, se comenzaron a besar al mismo tiempo que se despojaban de su ropa mientras
se acercaban a la cama.
En pocos minutos se inicio un concierto de gemidos en medio de besos
apasionados y caricias excitantes. Arizona acostada encima de Callie, mientras
rozaba su centro contra la pierna de ella, comenzó a acariciar con su mano
experta el clítoris erecto y caliente de Callie.
Justo cuando Arizona iba a iniciar su recorrido de caricias para tomar
posesión con su boca del centro empapado de Callie, emitió un pequeño grito de
puro placer, al sentir la mano de Callie sobre su clítoris, mientras ella le susurraba
entre gemidos: -Quédate conmigo.
Arizona obedeció y no pasó mucho tiempo, cuando sus cuerpos comenzaron a
temblar al sentir el desenlace arrollador de un clímax simultáneo que las hizo
gemir de placer. Ninguna de las dos detuvo sus caricias, a pesar de que sus
cuerpos se estremecían involuntariamente al sentir el contacto sobre sus
clítoris hinchados, y así, poco a poco, delicadamente, en unos minutos más,
alcanzaron un orgasmo que las dejó exhaustas, en medio de jadeos y con la
respiración entrecortada.
Adormecidas se dijeron “Te amo” y fundieron sus labios en un tierno y
cálido beso. Casi en un susurro, Arizona, que seguía acostada encima del cuerpo
de Callie mientras ella la abrazaba, le preguntó con voz de sueño:
-¿Puedo quedarme dormida justo aquí?, no quiero moverme.
Callie posó su mano sobre el cabello de Arizona y acariciando dulcemente
sus rizos dorados, le contestó:
-Yo tampoco quiero que te muevas, quedate aquí conmigo
Arizona, ya casi dormida, susurró:
-Gracias mi cielo, te amo
Callie levantó un poco su cabeza para besar la de Arizona mientras le
decía:
-Te amo, buenas noches mi amor
Callie adormecida, sonrió, cuando notó por el ritmo de la respiración de
Arizona, que ella se había quedado profundamente dormida. A los pocos
instantes, Callie también se rindió al sueño, con una sonrisa en su rostro,
porque en el fondo de su alma ella sabía que este había sido, hasta ahora, uno
de los días más felices de toda su vida.
Esta historia
continuará…
Pido sinceras disculpas por tanta espera, espero que con este capítulo, que escribí con tanto cariño, me perdonen :o)