Dos almas gemelas que deberán aprender juntas a superar sus temores y encontrar el camino hacia sus verdaderos sueños. Acompañen a Callie Torres y a Arizona Robbins en este viaje, a través de los sentimientos. Una montaña rusa de emociones, donde la música será otra protagonista. Citando a Jessica Capshaw: “Hold on and enjoy the ride” (Agárrense fuerte y disfruten del paseo).

miércoles, 25 de julio de 2012

Epidemia - Capítulo 3 - Lord it is mine? (Señor, esto es mío?)


Epidemia – Capítulo 3 – Lord it is mine? (Señor, es mío?)


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Yo sé que hay una razón por la cual necesito estar solo
Tú me mostraste un sitio silencioso que yo puedo llamar mi espacio
¿Es mío? ¿Oh, Señor es mío?

Tú sabes que yo estoy cansado de luchar las batallas de esta vida
y muchas veces parece que tú eres la única esperanza a la vista
¿Es mío? ¿Oh, Señor es mío?

Cuando todo es oscuridad y nada parece estar bien
ya no hay nada que ganar, nada por qué luchar

Nunca dejo de asombrarme ante la crueldad que hay en esta tierra
pero pareciera que el tiempo de la tristeza sirve para entender
¿Es mío? ¿Oh, Señor es mío?

Cuando todo es oscuridad y nada parece estar bien
Ya no hay nada que ganar, nada por qué luchar

Si pudiera encontrar una manera
de sentir tu dulzura durante el día
el amor que brilla alrededor podría ser mío
Entonces danos la respuesta, podrías…
Nosotros sabríamos que hacer
Debe haber miles de voces que buscan lo mismo



Ya habían pasado dos meses de aquel día que Callie consideraba ahora, en su historia personal, como uno de los días más tristes de toda su vida. Era curioso, las palabras que ella le había dicho a Arizona acerca de que sólo habría tiempo para dedicarse a la medicina, habían resultado casi proféticas. Callie ahora ocupaba la mayor parte de su tiempo a su profesión, sí no estaba fijando huesos, se ocupaba de sus investigaciones de bioingeniería para continuar desarrollando la creación de cartílago artificial, y no sólo eso, pasaba horas enteras leyendo y estudiando los últimos adelantos y descubrimientos en el mundo de la bioingeniería, un mundo que cada vez le apasionaba más, había leído cientos de artículos científicos relacionados con la materia y un sinfín de temas más: “virus y antídotos”, “desarrollo de células madres”, “neurotransmisores electrónicos para pacientes con lesiones graves en la médula espinal”, en fin, Callie se había convertido en un ratón científico de biblioteca.

Todas esas actividades que hacía a diario, casi sin descanso, comenzaron a verse reflejadas en la mirada cansada y triste de Callie. Ella evadía cualquier pensamiento de Arizona, pensar en ella le hacía daño, hablar de ella le hacía daño, así que no permitía que nadie se la mencionará, necesitaba olvidarla, pero su nuevo ritmo de vida comenzaba a hacer estragos en su cuerpo, estaba más delgada porque comía, a veces sí, a veces no, dormía muy pocas horas y se esforzaba al máximo tratando de permanecer en el hospital el mayor tiempo posible.

Sus únicos momentos de paz los había conseguido en un lugar que ahora consideraba su refugio, un lugar silencioso y apacible que se había convertido en su espacio para meditar, evadiendo cualquier pensamiento relacionado a su desastroso pasado amoroso. La capilla del hospital era ahora su refugio, allí había llegado a convencerse que tenía que haber alguna razón por la que la vida la había destinado a estar sola, ahora que se había cansado de luchar las batallas del amor, ahora que todo era oscuridad y que nada parecía estar bien, ahora que no tenía nada que ganar y nadie por quien luchar, comprendió que el tiempo de la tristeza era necesario para reencontrase consigo misma.

Pensar que tenía que haber alguna razón para su soledad que no fuera su propia incapacidad para poder mantener una relación estable con alguien, la hacía sentirse un poco mejor con ella misma, quizás había un propósito desconocido y misterioso para esa soledad, quizás…

Bueno, en honor a la verdad no había pasado esos dos meses totalmente sola, en medio de sus penas, cuatro personas la habían estado acompañando para hacerle la vida un poquito menos amarga, esas personas eran: Cristina, Mark, Teddy y un niño, un hermoso niño enfermo que había conocido seis semanas atrás, Sebastián Cracker.

Callie había tratado de ayudar a Cristina a superar su trauma derivado del tiroteo, bueno quizás no había podido ayudarla mucho porque Cristina estaba en una fase de negación del tema, al igual que ella misma con respecto a Arizona, pero habían pasado buenos momentos juntas. Cuando Callie se enteró que Cristina había renunciado al programa de residencia en el hospital fue a visitarla a su apartamento nuevo, y lo encontró lleno de cajas sin desembalar, mientras Cristina bailaba como loca con su ipod colocado en sus oídos. Callie le comentó que iba a la peluquería a cortase el cabello para cambiar de look y Cristina sin decir palabras tomó la tijera y le cortó un tajo de cabello a Callie, al final fue tan desastroso el corte que le hizo Cristina que ambas fueron al centro comercial.

Callie dejó que un peluquero profesional se encargara de su nuevo look mientras Cristina compró muebles nuevos para su apartamento. Sus idas al centro comercial se habían repetido varias veces en esos dos meses, era curioso, pero de algún modo Cristina y ella siempre habían coincidido en sus crisis personales y ambas al final terminaban juntas para acompañarse mutuamente.

Con respecto a Mark, bueno, Callie no podía pedir un mejor amigo en la vida, el siempre estaba allí para ella, para consolarla o tratar de apoyarla en los momentos difíciles, por eso Callie estaba viviendo ahora en el apartamento de él, ella no quería sentirse tan sola llegando todos los días a un apartamento vacio que le traía demasiados recuerdos de Arizona, así que ahora vivían juntos como amigos. Sólo una noche casi habían tenido un desliz, pero no pasó de un beso.

Esa noche varios médicos se reunieron en el bar de Joe para celebrar que Dereck iba a recibir una subvención para su ensayo clínico del estudio del Alzheirmer, casi todos se emborracharon, y Callie se sintió especialmente mal, porque borracha como estaba, se le ocurrió la mala idea de preguntarle a Teddy si Arizona alguna vez había hablado de ella, y Teddy le respondió que Arizona estaba muy ocupada curando a sus pequeños humanos en África. Eso sólo confirmó sus sospechas, y el rostro de Callie se ensombreció con la respuesta de Teddy, así que desde ese día, decidió evadir cualquier tema relacionado con Arizona. Más tarde en la noche cuando ella y Mark llegaron al apartamento, en un intento de evasión de sus dolorosos recuerdos y pensamientos, Callie le pidió a él que tuvieran sexo, se besaron, pero luego Callie se apartó, besar a Mark deseando los labios de Arizona la hizo extrañarla más, así que le pidió disculpas por el impulso que había tenido y  cada quien se fue a dormir a su lugar: Callie en el sofá de la sala y Mark en su habitación.

Unos días después, Teddy se acercó a la capilla donde estaba Callie, le pidió permiso para sentarse a su lado y Callie accedió, con una sola condición: no hablar de Arizona; Teddy asintió, en realidad, ella de cierta forma también se sentía un poco sola, Arizona había sido su única amiga en el hospital y ahora que no estaba, Teddy sintió la necesidad de acercarse a Callie.

Por otro lado, Teddy estaba preocupada por ella, aunque desde aquella noche en el bar, Callie nunca más mencionó a Arizona y ella fue clara desde el principio acerca de no querer que se la mencionaran, Teddy sabía que Callie estaba sufriendo, se le notaba en la mirada opaca, en su forma de actuar, Teddy se dio cuenta que Callie saltaba muchas comidas y al pedirle que la acompañara a comer al mediodía, por lo menos se aseguraba que almorzara algo decente. Poco a poco se fueron haciendo buenas amigas, algo que ambas agradecían.

Había una situación que últimamente estaba preocupando a Teddy, ella notó, por las cosas que Callie decía entre líneas que gran parte de su pena era decepción, ella estaba convencida que Arizona nunca la había amado y ese pensamiento la estaba amargando, pero Teddy sabia por las conversaciones recientes que había tenido con Arizona que eso no era verdad, sin embargo, no tuvo valor para contrariarla, no tenia sentido si ambas estaban separadas por demasiados kilómetros de distancia. Así que Teddy se limitó a tratar de ser su amiga, de que se sintiera apoyada y acompañada de alguna forma, para que la soledad que a veces la abrumaba no fuera tan latente todo el tiempo.

Y para completar su círculo de los “cuatro súper amigos” como a Callie le gustaba llamarlos, estaba un niño de 9 años: Sebastián Cracker. Dos semanas después de la partida de Arizona, Callie recibió una llamada en su buscapersonas para atender un caso en la sala de traumas. Se trataba de Tom Cracker, un hombre de 42 años de edad, quien se había fracturado el húmero, el cúbito y el radio de su brazo derecho al caerse de las escaleras del depósito de su local, una discoteca my conocida llamada “El Gato con Botas”. Más tarde Callie sabría que el nombre del local era en honor a una de las mascotas de la familia, un gato macho gordito y catire de ojos verdes muy parecido al personaje de la película Shreck. La otra mascota era un perro, un labrador macho de unos 12 años de edad. El gato se llamaba “Cilantro” y el perro se llamaba “Perejil”. Esas eran las mascotas de Sebastián: “Cilantro” y “Perejil”.

Cuando Callie se acercó a la sala de trauma para atender al Sr. Tom Cracker, escuchó a una mujer a su lado visiblemente angustiada, esa mujer era su esposa Martha Cracker, que le estaba diciendo a Tom, casi entre sollozos:

-Tom, yo se que tu te encargaste de la discoteca que heredaste de tu hermano y que los ingresos de ese local te permiten continuar tus investigaciones independientes de bioingeniería para tratar de conseguirle una cura a nuestro hijo Sebastián, pero ya es la segunda vez en menos de seis meses que te caes de esas escaleras, la primera vez no fue tan grave pero, mírate ahora, tu brazo parece todo menos un brazo, tienes que tratar de ser más cuidadoso.

-Esta bien mujer, tienes razón, dijo Tom entre quejidos de dolor

En ese momento Callie entró a la habitación, saludó a la pareja y se presentó, buscó la historia médica y examinó al paciente, mientras revisaba sus radiografías. –Efectivamente Sr. Cracker…-Tom, usted me puede llamar Tom, dijo el hombre sonriendo, Callie le devolvió la sonrisa y le dijo –Ok, Tom, usted tiene fracturado el húmero, el cúbito y el radio de su brazo derecho, va a necesitar un yeso ¿algún color en particular?, Tom le respondió –Verde, -Ok, será verde entonces, mientras tanto permítale colocarle un analgésico para el dolor, no me gusta que mis pacientes sufran, dijo Callie con una sonrisa. La pareja le devolvió la sonrisa, agradecidos ante la amabilidad de la Dra. Torres.

Habiendo escuchado parte de la conversación de la pareja al llegar, que involucraba la palabra “bioingeniería” y la cura de alguna enfermedad, Callie no pudo aguantar la curiosidad y le preguntó al Sr. Cracker:

-Sr Cracker…, ella se corrigió de inmediato…-Tom, cuando entré, escuché que su esposa mencionó la palabra “bioingeniería”, disculpe que le pregunte pero aunque yo soy cirujana ortopédica, ese tema me apasiona, estoy tratando de desarrollar cartílago artificial y he estado estudiando e investigando mucho sobre eso, lo cual me ha lanzado de cabeza al mundo de la bioingeniería, disculpe que le pregunte, ¿usted es bioingeniero?

Tom le respondió entusiasmado por tener una doctora tan interesada en el tema: -Si, yo soy bioingeniero, sin embargo, en estos momentos no estoy trabajando para ningún laboratorio, los ingresos del local que heredé de mi hermano, son mejores y me proveen el tiempo y los recursos para continuar, en mi propio laboratorio, una investigación sumamente importante para mí… Tom hizo una pausa, pero vio que Callie lo escuchaba con atención, así que prosiguió: …-El caso es que mi hijo, Sebastián, un niño de nueve años, tiene una enfermedad muy rara, tan rara que aún no tiene nombre, los bioingenieros la llamamos "K7", ocurre una vez en diez millones de casos, esta enfermedad, tiene un origen aún desconocido pero por ser tan rara ningún laboratorio se ha dedicado a investigar, no es rentable ¿usted sabe?..

Callie asintió, ella sabía que ningún laboratorio dedica ni tiempo, ni recursos, ni esfuerzos en enfermedades raras, porque esas investigaciones no reportan beneficios, algo cruel pero cierto…. Tom continuó su relato: …-Esta enfermedad de mi hijo, sea cual sea su origen, ocasiona que su sangre se vuelva demasiado densa, lo cual genera a su vez problemas cardiacos, complicaciones en el funcionamiento de su hígado e insuficiencia renal, entre otros. Como tratamiento paliativo el debe tomar medicamentos que licuan su sangre y someterse tres veces a la semana a diálisis renal, una de ellas se la están practicando justo en este momento, aquí mismo en el hospital. Yo llevo tres años investigando, tratando de conseguir una cura, pero lamentablemente hasta ahora no he tenido éxito, dijo Tom con la voz quebrada.

A Callie le conmovió el tono de voz y le dijo a Tom con sinceridad: -Lamento escuchar eso, es muy triste que un niño tan pequeño deba pasar por tantas cosas... De pronto, sin querer, recordó a Arizona, un caso así le hubiera parecido interesante, pero bueno ella se había ido, le interesaban más sus pequeños humanos al otro lado del mundo, aquí no había dejado nada que le importara…”Stop, stop”, pensó Callie para sí misma, no pienses en ella, no vale la pena, así que inspiró aire y continuo la conversación con Tom, …-Usted me dice que su hijo está aquí? ¿Ahora?

-Sí, está conectado a la máquina de diálisis en estos momentos

Callie seguía conmovida por la historia de Sebastián y de su padre, así que una idea surgió en su mente, algo que quizás podría ayudar al niño y también a sus investigaciones del cartílago, por ello se atrevió a decirle a Tom:

-Si no le parece demasiado osado de mi parte ¿Qué opina si nos reunimos uno de estos días para compartir nuestras notas, yo no soy bioingeniero como ya le dije, pero me apasiona el tema y he investigado mucho, quizás podríamos ayudarnos mutuamente ¿no le parece?

Tom sonrió y le dijo: -Me alegro que me lo pregunte, porque a mi se me ocurrió la idea pero no me atreví a preguntarle.

-Perfecto, dijo Callie con una sonrisa auténtica, la idea de compartir con un verdadero bioingeniero la entusiasmaba mucho, además podría tener la oportunidad de ayudar a ese niño en la medida de sus posibilidades, haciendo que sus estadías en el hospital fueran lo más placenteras posibles dentro de las circunstancias, sobre todo tomando en consideración que ella era medico tratante allí y conocía a casi todos los médicos y enfermeras. Así que Callie y Tom intercambiaron sus números de teléfono y de pin para estar en contacto. En las próximas semanas ambos se reunirían varias veces y aprenderían mutuamente mucho acerca de sus investigaciones. Finalmente Callie le dijo:

-Me encantaría conocer a Sebastián, si usted no tiene inconveniente.

-Por su puesto, dijeron al unísono Tom y su esposa, a ambos les encantó la idea de tener una cara amiga en este hospital que visitaban con tanta frecuencia.

-Ok, genial, dijo Callie. En ese momento April Kepner entró a la sala de trauma, Callie la llamó para que le colocara el yeso a Tom. Callie le dio las instrucciones a April y se retiró de la sala, diciendo:

-Voy a la sala de diálisis a conocer a Sebastián

-Gracias Dra. Torres, usted ha sido muy amable, Gracias, repitió Tom

Callie sonrió y le dijo: -Puede llamarme Callie

-Gracias Callie, eres muy amable, terminó diciendo Tom con una sonrisa en su rostro.

Callie entonces salió caminando por el pasillo hacia los ascensores. Cuando llegó a la sala de diálisis encontró a cuatro personas a quienes estaban dializando, pero sólo una de ellas era un niño, obviamente ese niño era Sebastián. Cuando Callie lo miró se enterneció aún más, estaba algo pálido, se notaba que estaba enfermo pero era hermoso, tenia el cabello castaño claro, liso y unos preciosos ojos del mismo color de su cabello. Ella se acercó a su cama y le dijo con su mejor sonrisa:

-Hola amiguito, ¿tu debes ser Sebastián? ¿Cierto?

El niño algo intrigado pero con un gesto tranquilo, le dijo: -Sí, yo soy Sebastián y tú eres la Dra… el niño hizo una pausa para leer el nombre de ella en su bata blanca de médico, …-Calliope Torres M.D.

Sí…, le dijo Callie manteniendo su sonrisa, …-Pero puedes llamarme Callie,… prefiero que me llames Callie

-¿Por qué? tu nombre es Calliope…

-Prefiero que me llames “Callie”, porque ahora, cuando alguien me llama “Calliope”, me pongo triste, dijo Callie mientras la expresión de su rostro se ensombreció, asombrada de sí misma, ante lo que acabada de decirle al niño.

-Es una lastima que un nombre tan bonito te ponga triste, pero esta bien, te llamaré Callie si tú lo prefieres.

-Gracias, le dijo Callie tratando de mantener su sonrisa, aunque por dentro se le había formado un nudo en la garganta, de pronto sintió ganas de llorar,  pero arrugó la nariz evitando el llanto, no le daría una buena impresión a su nuevo amigo si se ponía a llorar justo ahora.

El niño le dijo: -Te ves triste, ¿tu también estas enferma?

Callie, impresionada por la percepción del niño le respondió: -No mi amor, no estoy enferma, pero si estoy un poco triste, no te lo voy a negar si quiero que seamos amigos ¿verdad?, porque los amigos siempre se dicen la verdad, me sentía un poquito sola y como te vi a ti también un poco solito, quise acompañarte, así seremos dos solitarios menos en el mundo ¿no te parece?

Sebastián sonrió y le dijo: Me parece perfecto, así seremos dos solitarios menos en el mundo y también… dos personas tristes menos en el mundo.

Callie sonrió, este niño era tan bello por fuera como por dentro.

Así se inició una hermosa amistad entre ambos, cuando el niño estaba en el hospital, Callie, comenzó a visitarlo con frecuencia, jugaban cartas, se reían juntos, y cuando Sebastián se sentía un poco mejor, y el Dr. Stark lo permitía, comían helados. Sin duda era una linda amistad, incluso, por algún motivo que Callie desconocía, Sebastián era la única persona en el mundo a quien Callie le hablaba de Arizona, nunca le dijo que ella había sido su pareja, siempre se refería a ella como una amiga muy especial a quien había querido mucho, pero que ya no estaba con ella… nunca más.

Hablar de Arizona era triste, pero hablarlo con Sebastián era terapéutico en cierto modo. Sebastián, aunque era sólo un niño de 9 años, era muy sabio y sus respuestas muchas veces animaban a Callie, le daban a entender que Arizona la quería pero que era importante para ella haberse ido para curar a otros niños, Callie quería creerlo, pero por más que intentaba convencerse de lo contrario, internamente siempre llegaba a la misma conclusión: Arizona nunca la había amado, Callie sólo había sido un pasatiempo para ella, “las personas que aman de verdad no se van así, por voluntad propia; las personas que aman de verdad  no te dejan abandonada en un aeropuerto, como ella lo hizo...”.

Esta historia continuará…

Como verán aquí hay un giro con respecto a la historia original: Callie y Mark no se acostaron, por lo tanto Callie no quedó embarazada. Esto tiene una razón de ser, en esta historia de deseo contar, más tarde la entenderán. Por su parte, Sebastián aparecerá de vez en cuando, pero no se olviden de él, este personaje creado por mí, será el catalizador de algunas tramas muy importantes. Además es un niño hermoso ¿no creen?.

Por su puesto, espero sus reviews o comentarios y por favor, no sean tímidas en hacerlo, necesito saber si esta historia les está gustando, aunque estoy clara que sólo está comenzando y que sólo yo sé hacia donde me dirijo con ella. De cualquier forma: Gracias por leerla.