Epidemia – Capítulo 3 – Lord it is mine? (Señor, es
mío?)
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Yo
sé que hay una razón por la cual necesito estar solo
Tú
me mostraste un sitio silencioso que yo puedo llamar mi espacio
¿Es
mío? ¿Oh, Señor es mío?
Tú
sabes que yo estoy cansado de luchar las batallas de esta vida
y
muchas veces parece que tú eres la única esperanza a la vista
¿Es
mío? ¿Oh, Señor es mío?
Cuando
todo es oscuridad y nada parece estar bien
ya
no hay nada que ganar, nada por qué luchar
Nunca
dejo de asombrarme ante la crueldad que hay en esta tierra
pero
pareciera que el tiempo de la tristeza sirve para entender
¿Es
mío? ¿Oh, Señor es mío?
Cuando
todo es oscuridad y nada parece estar bien
Ya
no hay nada que ganar, nada por qué luchar
Si
pudiera encontrar una manera
de
sentir tu dulzura durante el día
el
amor que brilla alrededor podría ser mío
Entonces
danos la respuesta, podrías…
Nosotros
sabríamos que hacer
Debe
haber miles de voces que buscan lo mismo
Ya habían pasado dos meses de aquel día que Callie
consideraba ahora, en su historia personal, como uno de los días más tristes de
toda su vida. Era curioso, las palabras que ella le había dicho a Arizona
acerca de que sólo habría tiempo para dedicarse a la medicina, habían resultado
casi proféticas. Callie ahora ocupaba la mayor parte de su tiempo a su
profesión, sí no estaba fijando huesos, se ocupaba de sus investigaciones de
bioingeniería para continuar desarrollando la creación de cartílago artificial,
y no sólo eso, pasaba horas enteras leyendo y estudiando los últimos adelantos
y descubrimientos en el mundo de la bioingeniería, un mundo que cada vez le
apasionaba más, había leído cientos de artículos científicos relacionados con
la materia y un sinfín de temas más: “virus y antídotos”, “desarrollo de
células madres”, “neurotransmisores electrónicos para pacientes con lesiones
graves en la médula espinal”, en fin, Callie se había convertido en un ratón
científico de biblioteca.
Todas esas actividades que hacía a diario, casi sin
descanso, comenzaron a verse reflejadas en la mirada cansada y triste de
Callie. Ella evadía cualquier pensamiento de Arizona, pensar en ella le hacía
daño, hablar de ella le hacía daño, así que no permitía que nadie se la
mencionará, necesitaba olvidarla, pero su nuevo ritmo de vida comenzaba a hacer
estragos en su cuerpo, estaba más delgada porque comía, a veces sí, a veces no,
dormía muy pocas horas y se esforzaba al máximo tratando de permanecer en el
hospital el mayor tiempo posible.
Sus únicos momentos de paz los había conseguido en un
lugar que ahora consideraba su refugio, un lugar silencioso y apacible que se
había convertido en su espacio para meditar, evadiendo cualquier pensamiento
relacionado a su desastroso pasado amoroso. La capilla del hospital era ahora
su refugio, allí había llegado a convencerse que tenía que haber alguna razón
por la que la vida la había destinado a estar sola, ahora que se había cansado
de luchar las batallas del amor, ahora que todo era oscuridad y que nada
parecía estar bien, ahora que no tenía nada que ganar y nadie por quien luchar,
comprendió que el tiempo de la tristeza era necesario para reencontrase consigo
misma.
Pensar que tenía que haber alguna razón para su
soledad que no fuera su propia incapacidad para poder mantener una relación
estable con alguien, la hacía sentirse un poco mejor con ella misma, quizás
había un propósito desconocido y misterioso para esa soledad, quizás…
Bueno, en honor a la verdad no había pasado esos dos
meses totalmente sola, en medio de sus penas, cuatro personas la habían estado
acompañando para hacerle la vida un poquito menos amarga, esas personas eran:
Cristina, Mark, Teddy y un niño, un hermoso niño enfermo que había conocido
seis semanas atrás, Sebastián Cracker.
Callie había tratado de ayudar a Cristina a superar su
trauma derivado del tiroteo, bueno quizás no había podido ayudarla mucho porque
Cristina estaba en una fase de negación del tema, al igual que ella misma con
respecto a Arizona, pero habían pasado buenos momentos juntas. Cuando Callie se
enteró que Cristina había renunciado al programa de residencia en el hospital
fue a visitarla a su apartamento nuevo, y lo encontró lleno de cajas sin
desembalar, mientras Cristina bailaba como loca con su ipod colocado en sus
oídos. Callie le comentó que iba a la peluquería a cortase el cabello para
cambiar de look y Cristina sin decir palabras tomó la tijera y le cortó un tajo
de cabello a Callie, al final fue tan desastroso el corte que le hizo Cristina
que ambas fueron al centro comercial.
Callie dejó que un peluquero profesional se encargara
de su nuevo look mientras Cristina compró muebles nuevos para su apartamento.
Sus idas al centro comercial se habían repetido varias veces en esos dos meses,
era curioso, pero de algún modo Cristina y ella siempre habían coincidido en
sus crisis personales y ambas al final terminaban juntas para acompañarse
mutuamente.
Con respecto a Mark, bueno, Callie no podía pedir un
mejor amigo en la vida, el siempre estaba allí para ella, para consolarla o
tratar de apoyarla en los momentos difíciles, por eso Callie estaba viviendo
ahora en el apartamento de él, ella no quería sentirse tan sola llegando todos
los días a un apartamento vacio que le traía demasiados recuerdos de Arizona,
así que ahora vivían juntos como amigos. Sólo una noche casi habían tenido un
desliz, pero no pasó de un beso.
Esa noche varios médicos se reunieron en el bar de Joe
para celebrar que Dereck iba a recibir una subvención para su ensayo clínico
del estudio del Alzheirmer, casi todos se emborracharon, y Callie se sintió
especialmente mal, porque borracha como estaba, se le ocurrió la mala idea de
preguntarle a Teddy si Arizona alguna vez había hablado de ella, y Teddy le
respondió que Arizona estaba muy ocupada curando a sus pequeños humanos en
África. Eso sólo confirmó sus sospechas, y el rostro de Callie se ensombreció
con la respuesta de Teddy, así que desde ese día, decidió evadir cualquier tema
relacionado con Arizona. Más tarde en la noche cuando ella y Mark llegaron al
apartamento, en un intento de evasión de sus dolorosos recuerdos y pensamientos,
Callie le pidió a él que tuvieran sexo, se besaron, pero luego Callie se
apartó, besar a Mark deseando los labios de Arizona la hizo extrañarla más, así
que le pidió disculpas por el impulso que había tenido y cada quien se fue a dormir a su lugar: Callie
en el sofá de la sala y Mark en su habitación.
Unos días después, Teddy se acercó a la capilla donde
estaba Callie, le pidió permiso para sentarse a su lado y Callie accedió, con
una sola condición: no hablar de Arizona; Teddy asintió, en realidad, ella de
cierta forma también se sentía un poco sola, Arizona había sido su única amiga
en el hospital y ahora que no estaba, Teddy sintió la necesidad de acercarse a
Callie.
Por otro lado, Teddy estaba preocupada por ella,
aunque desde aquella noche en el bar, Callie nunca más mencionó a Arizona y
ella fue clara desde el principio acerca de no querer que se la mencionaran,
Teddy sabía que Callie estaba sufriendo, se le notaba en la mirada opaca, en su
forma de actuar, Teddy se dio cuenta que Callie saltaba muchas comidas y al
pedirle que la acompañara a comer al mediodía, por lo menos se aseguraba que
almorzara algo decente. Poco a poco se fueron haciendo buenas amigas, algo que
ambas agradecían.
Había una situación que últimamente estaba preocupando
a Teddy, ella notó, por las cosas que Callie decía entre líneas que gran parte
de su pena era decepción, ella estaba convencida que Arizona nunca la había
amado y ese pensamiento la estaba amargando, pero Teddy sabia por las
conversaciones recientes que había tenido con Arizona que eso no era verdad,
sin embargo, no tuvo valor para contrariarla, no tenia sentido si ambas estaban
separadas por demasiados kilómetros de distancia. Así que Teddy se limitó a
tratar de ser su amiga, de que se sintiera apoyada y acompañada de alguna
forma, para que la soledad que a veces la abrumaba no fuera tan latente todo el
tiempo.
Y para completar su círculo de los “cuatro súper
amigos” como a Callie le gustaba llamarlos, estaba un niño de 9 años: Sebastián
Cracker. Dos semanas después de la partida de Arizona, Callie recibió una
llamada en su buscapersonas para atender un caso en la sala de traumas. Se
trataba de Tom Cracker, un hombre de 42 años de edad, quien se había fracturado
el húmero, el cúbito y el radio de su brazo derecho al caerse de las escaleras
del depósito de su local, una discoteca my conocida llamada “El Gato con
Botas”. Más tarde Callie sabría que el nombre del local era en honor a una de
las mascotas de la familia, un gato macho gordito y catire de ojos verdes muy
parecido al personaje de la película Shreck. La otra mascota era un perro, un
labrador macho de unos 12 años de edad. El gato se llamaba “Cilantro” y el
perro se llamaba “Perejil”. Esas eran las mascotas de Sebastián: “Cilantro” y
“Perejil”.
Cuando Callie se acercó a la sala de trauma para atender
al Sr. Tom Cracker, escuchó a una mujer a su lado visiblemente angustiada, esa
mujer era su esposa Martha Cracker, que le estaba diciendo a Tom, casi entre
sollozos:
-Tom, yo se que tu te encargaste de la discoteca que
heredaste de tu hermano y que los ingresos de ese local te permiten continuar
tus investigaciones independientes de bioingeniería para tratar de conseguirle
una cura a nuestro hijo Sebastián, pero ya es la segunda vez en menos de seis
meses que te caes de esas escaleras, la primera vez no fue tan grave pero,
mírate ahora, tu brazo parece todo menos un brazo, tienes que tratar de ser más
cuidadoso.
-Esta bien mujer, tienes razón, dijo Tom entre
quejidos de dolor
En ese momento Callie entró a la habitación, saludó a
la pareja y se presentó, buscó la historia médica y examinó al paciente,
mientras revisaba sus radiografías. –Efectivamente Sr. Cracker…-Tom, usted me
puede llamar Tom, dijo el hombre sonriendo, Callie le devolvió la sonrisa y le
dijo –Ok, Tom, usted tiene fracturado el húmero, el cúbito y el radio de su
brazo derecho, va a necesitar un yeso ¿algún color en particular?, Tom le
respondió –Verde, -Ok, será verde entonces, mientras tanto permítale colocarle
un analgésico para el dolor, no me gusta que mis pacientes sufran, dijo Callie
con una sonrisa. La pareja le devolvió la sonrisa, agradecidos ante la
amabilidad de la Dra. Torres.
Habiendo escuchado parte de la conversación de la
pareja al llegar, que involucraba la palabra “bioingeniería” y la cura de
alguna enfermedad, Callie no pudo aguantar la curiosidad y le preguntó al Sr.
Cracker:
-Sr Cracker…, ella se corrigió de inmediato…-Tom,
cuando entré, escuché que su esposa mencionó la palabra “bioingeniería”,
disculpe que le pregunte pero aunque yo soy cirujana ortopédica, ese tema me
apasiona, estoy tratando de desarrollar cartílago artificial y he estado
estudiando e investigando mucho sobre eso, lo cual me ha lanzado de cabeza al
mundo de la bioingeniería, disculpe que le pregunte, ¿usted es bioingeniero?
Tom le respondió entusiasmado por tener una doctora
tan interesada en el tema: -Si, yo soy bioingeniero, sin embargo, en estos
momentos no estoy trabajando para ningún laboratorio, los ingresos del local
que heredé de mi hermano, son mejores y me proveen el tiempo y los recursos
para continuar, en mi propio laboratorio, una investigación sumamente
importante para mí… Tom hizo una pausa, pero vio que Callie lo escuchaba con
atención, así que prosiguió: …-El caso es que mi hijo, Sebastián, un niño de
nueve años, tiene una enfermedad muy rara, tan rara que aún no tiene nombre,
los bioingenieros la llamamos "K7", ocurre una vez en diez millones de casos,
esta enfermedad, tiene un origen aún desconocido pero por ser tan rara ningún
laboratorio se ha dedicado a investigar, no es rentable ¿usted sabe?..
Callie asintió, ella sabía que ningún laboratorio
dedica ni tiempo, ni recursos, ni esfuerzos en enfermedades raras, porque esas
investigaciones no reportan beneficios, algo cruel pero cierto…. Tom continuó
su relato: …-Esta enfermedad de mi hijo, sea cual sea su origen, ocasiona que
su sangre se vuelva demasiado densa, lo cual genera a su vez problemas
cardiacos, complicaciones en el funcionamiento de su hígado e insuficiencia
renal, entre otros. Como tratamiento paliativo el debe tomar medicamentos que
licuan su sangre y someterse tres veces a la semana a diálisis renal, una de
ellas se la están practicando justo en este momento, aquí mismo en el hospital.
Yo llevo tres años investigando, tratando de conseguir una cura, pero
lamentablemente hasta ahora no he tenido éxito, dijo Tom con la voz quebrada.
A Callie le conmovió el tono de voz y le dijo a Tom
con sinceridad: -Lamento escuchar eso, es muy triste que un niño tan pequeño
deba pasar por tantas cosas... De pronto, sin querer, recordó a Arizona, un
caso así le hubiera parecido interesante, pero bueno ella se había ido, le
interesaban más sus pequeños humanos al otro lado del mundo, aquí no había
dejado nada que le importara…”Stop, stop”, pensó Callie para sí misma, no
pienses en ella, no vale la pena, así que inspiró aire y continuo la
conversación con Tom, …-Usted me dice que su hijo está aquí? ¿Ahora?
-Sí, está conectado a la máquina de diálisis en estos
momentos
Callie seguía conmovida por la historia de Sebastián y
de su padre, así que una idea surgió en su mente, algo que quizás podría ayudar
al niño y también a sus investigaciones del cartílago, por ello se atrevió a
decirle a Tom:
-Si no le parece demasiado osado de mi parte ¿Qué
opina si nos reunimos uno de estos días para compartir nuestras notas, yo no
soy bioingeniero como ya le dije, pero me apasiona el tema y he investigado
mucho, quizás podríamos ayudarnos mutuamente ¿no le parece?
Tom sonrió y le dijo: -Me alegro que me lo pregunte,
porque a mi se me ocurrió la idea pero no me atreví a preguntarle.
-Perfecto, dijo Callie con una sonrisa auténtica, la
idea de compartir con un verdadero bioingeniero la entusiasmaba mucho, además
podría tener la oportunidad de ayudar a ese niño en la medida de sus
posibilidades, haciendo que sus estadías en el hospital fueran lo más
placenteras posibles dentro de las circunstancias, sobre todo tomando en
consideración que ella era medico tratante allí y conocía a casi todos los
médicos y enfermeras. Así que Callie y Tom intercambiaron sus números de
teléfono y de pin para estar en contacto. En las próximas semanas ambos se
reunirían varias veces y aprenderían mutuamente mucho acerca de sus
investigaciones. Finalmente Callie le dijo:
-Me encantaría conocer a Sebastián, si usted no tiene
inconveniente.
-Por su puesto, dijeron al unísono Tom y su esposa, a
ambos les encantó la idea de tener una cara amiga en este hospital que
visitaban con tanta frecuencia.
-Ok, genial, dijo Callie. En ese momento April Kepner
entró a la sala de trauma, Callie la llamó para que le colocara el yeso a Tom.
Callie le dio las instrucciones a April y se retiró de la sala, diciendo:
-Voy a la sala de diálisis a conocer a Sebastián
-Gracias Dra. Torres, usted ha sido muy amable, Gracias,
repitió Tom
Callie sonrió y le dijo: -Puede llamarme Callie
-Gracias Callie, eres muy amable, terminó diciendo Tom
con una sonrisa en su rostro.
Callie entonces salió caminando por el pasillo hacia
los ascensores. Cuando llegó a la sala de diálisis encontró a cuatro personas a
quienes estaban dializando, pero sólo una de ellas era un niño, obviamente ese
niño era Sebastián. Cuando Callie lo miró se enterneció aún más, estaba algo
pálido, se notaba que estaba enfermo pero era hermoso, tenia el cabello castaño
claro, liso y unos preciosos ojos del mismo color de su cabello. Ella se acercó
a su cama y le dijo con su mejor sonrisa:
-Hola amiguito, ¿tu debes ser Sebastián? ¿Cierto?
El niño algo intrigado pero con un gesto tranquilo, le
dijo: -Sí, yo soy Sebastián y tú eres la Dra… el niño hizo una pausa para leer
el nombre de ella en su bata blanca de médico, …-Calliope Torres M.D.
Sí…, le dijo Callie manteniendo su sonrisa, …-Pero
puedes llamarme Callie,… prefiero que me llames Callie
-¿Por qué? tu nombre es Calliope…
-Prefiero que me llames “Callie”, porque ahora, cuando
alguien me llama “Calliope”, me pongo triste, dijo Callie mientras la expresión
de su rostro se ensombreció, asombrada de sí misma, ante lo que acabada de
decirle al niño.
-Es una lastima que un nombre tan bonito te ponga
triste, pero esta bien, te llamaré Callie si tú lo prefieres.
-Gracias, le dijo Callie tratando de mantener su
sonrisa, aunque por dentro se le había formado un nudo en la garganta, de
pronto sintió ganas de llorar, pero
arrugó la nariz evitando el llanto, no le daría una buena impresión a su nuevo
amigo si se ponía a llorar justo ahora.
El niño le dijo: -Te ves triste, ¿tu también estas
enferma?
Callie, impresionada por la percepción del niño le
respondió: -No mi amor, no estoy enferma, pero si estoy un poco triste, no te
lo voy a negar si quiero que seamos amigos ¿verdad?, porque los amigos siempre
se dicen la verdad, me sentía un poquito sola y como te vi a ti también un poco
solito, quise acompañarte, así seremos dos solitarios menos en el mundo ¿no te
parece?
Sebastián sonrió y le dijo: Me parece perfecto, así
seremos dos solitarios menos en el mundo y también… dos personas tristes menos
en el mundo.
Callie sonrió, este niño era tan bello por fuera como
por dentro.
Así se inició una hermosa amistad entre ambos, cuando
el niño estaba en el hospital, Callie, comenzó a visitarlo con frecuencia,
jugaban cartas, se reían juntos, y cuando Sebastián se sentía un poco mejor, y el
Dr. Stark lo permitía, comían helados. Sin duda era una linda amistad, incluso,
por algún motivo que Callie desconocía, Sebastián era la única persona en el
mundo a quien Callie le hablaba de Arizona, nunca le dijo que ella había sido
su pareja, siempre se refería a ella como una amiga muy especial a quien había
querido mucho, pero que ya no estaba con ella… nunca más.
Hablar de Arizona era triste, pero hablarlo con
Sebastián era terapéutico en cierto modo. Sebastián, aunque era sólo un niño de
9 años, era muy sabio y sus respuestas muchas veces animaban a Callie, le daban
a entender que Arizona la quería pero que era importante para ella haberse ido
para curar a otros niños, Callie quería creerlo, pero por más que intentaba
convencerse de lo contrario, internamente siempre llegaba a la misma
conclusión: Arizona nunca la había amado, Callie sólo había sido un pasatiempo
para ella, “las personas que aman de verdad no se van así, por voluntad propia;
las personas que aman de verdad no te
dejan abandonada en un aeropuerto, como ella lo hizo...”.
Esta
historia continuará…
Como
verán aquí hay un giro con respecto a la historia original: Callie y Mark no se
acostaron, por lo tanto Callie no quedó embarazada. Esto tiene una razón de
ser, en esta historia de deseo contar, más tarde la entenderán. Por su parte,
Sebastián aparecerá de vez en cuando, pero no se olviden de él, este personaje
creado por mí, será el catalizador de algunas tramas muy importantes. Además es
un niño hermoso ¿no creen?.
Por su
puesto, espero sus reviews o comentarios y por favor, no sean tímidas en
hacerlo, necesito saber si esta historia les está gustando, aunque estoy clara
que sólo está comenzando y que sólo yo sé hacia donde me dirijo con ella. De
cualquier forma: Gracias por leerla.