Epidemia
– Capítulo 16 – Primera Parte - Unbroken (Intacto)
Una semana después
que a Callie le retiraran el yeso, luego
de casi seis semanas de convivir bajo el mismo techo con Arizona, Callie
comenzó a realizar la terapia para ayudar a fortalecer su brazo de nuevo, que
básicamente consistía en apretar con regularidad una pelotita de goma y
levantar unas pesas livianas.
No obstante, lo más
trascendental que había ocurrido durante esas seis semanas, era que tanto
Callie como Arizona podían afirmar ahora, con absoluta certeza que su relación
había alcanzado un nuevo nivel, no sólo se habían divertido, compartiendo el
almuerzo, la cena, viendo películas, bailando, cantando en el karaoke, o jugando
algunos videojuegos en wii, habían compartido mucho más que momentos de
diversión, se habían compenetrado, habían tenido largas conversaciones donde
Arizona le contó a Callie toda su historia juntas y todo lo que conocía de su
historia personal, y también donde Arizona, finalmente había compartido la
historia de su vida, su infancia, sus romances (todos fallidos, por cierto),
sus andanzas en la universidad, sus miedos, sus pesadillas y sus sueños.
Ambas habían hecho
su mejor esfuerzo para mantener la relación lo más platónica posible, cosa que
algunas veces fue una tarea casi titánica, pero Arizona estaba convencida que
Callie había tenido razón en no querer involucrar todavía la relación física en
esa etapa de sus vidas. La verdad es que habían compartido tantas
historias, confidencias y tantas cosas
de sí mismas que Arizona, ahora no sólo veía a Callie como la mujer que amaba
sino como su mejor amiga, ella nunca se había sentido tan cerca de otro ser
humano como con Callie en esas semanas, con excepción, por supuesto de su
hermano Timothy.
Arizona muy pocas
veces, hasta ahora había hablado de él con nadie, pero lo que vivió con su
hermano fue uno de los temas de conversación que se repitieron con frecuencia,
por insistencia de Callie, era como si ella quisiera descubrir algo de esas
historias, relacionadas con su hermano. Una de esas conversaciones fue muy
reveladora, por lo menos para Arizona.
Una de las cosas que
Callie quería tener muy claro, antes de recuperar la memoria era saber que
había motivado a Arizona a haberse ido de la forma en que se fue. Callie nunca
preguntó eso como un reproche, pero quería tenerlo muy claro, ella intuía que
si recuperaba la memoria necesitaría tener ese conocimiento para que sus dudas,
no aparecieran de nuevo.
Por las múltiples
conversaciones que habían tenido, Callie había llegado a convencerse que la
razón de la partida de Arizona a África, no se originaba tanto en su infancia
nómada que la obligó a mudarse cada 18 ó 20 meses y que la habían enseñado a no
comprometerse, como Arizona creía. Callie intuyó que las acciones evasivas de
Arizona en todas sus relaciones tenían que ver con su hermano y cuando Arizona
le contó el impase que habían tenido, meses atrás, por la discrepancia en tener
hijos o no, Callie se convenció aún más de eso.
Después que Arizona
le había contado a Callie durante ese mes, todas las aventuras, travesuras y
experiencias que había compartido con Tim en su infancia; que afirmó sin lugar
a dudas que su hermano gemelo había sido su único amigo y la única constante en
toda su vida y le contó lo mucho que sufrió por su muerte, cosa que no había
compartido antes con nadie más, Callie finalmente lo entendió.
Ese día, abrazadas
en el sofá y comiendo cotufas, Callie le dijo a Arizona:
-Arizona, hay algo que
nos ha unido y al mismo tiempo nos ha separado, es algo que tu y yo tenemos en
común. Cuando hemos logrado superarlo o hemos creído superarlo, nos ha unido,
pero cuando eso nos supera a nosotras o a alguna de nosotras, entonces no has
separado.
Arizona, con extrema
curiosidad, le preguntó a Callie: -¿Qué es ese algo?
Callie le respondió:
-El miedo al abandono
Arizona se incorporó
y exclamó: -¿Qué?, ¿a qué te refieres?.
-Te lo explicó. Mi
caso primero para que comiences a entenderlo: George O´Malley me abandonó, Érica
Hahn me abandonó, mi padre y toda mi familia me rechazaron cuando supieron que
yo era gay o bisexual, y finalmente tú me abandonaste en ese aeropuerto. Es obvio
que cuando regresaste yo no te creyera ni el padre nuestro, no acepté tus
disculpas por miedo al abandono, porque yo no creía que tú me amabas, en el
fondo yo nunca lo había creído, que merecía ser amada, hasta ahora…
…-Mi miedo al
abandono parte de ese pensamiento, de esa idea de no creer que merecía ser
amada. Pero ahora, mirando mi vida en retrospectiva sin la herida que producen
los malos recuerdos, he entendido que merezco ser amada como cualquier otro ser
humano, ahora no siento miedo y creo en tu amor por mí, antes nunca me lo creí,
en el fondo nunca me lo creí de nadie…
…-Es muy posible que
yo misma propiciara ser abandonada, primero casándome con un hombre que sabía
que no me quería, segundo metiéndome en una relación absolutamente destinada al
fracaso con Érica Hahn y luego involucrándome sentimentalmente con una persona
que le tenía pánico al compromiso, pánico a tener hijos, pánico a amar y
entregar su corazón y su alma a alguien más...
…-Tú te convenciste
que tarde o temprano cualquier persona a la que te entregaras te iba a causar
el mismo daño, el inmenso daño que te había causado el único ser a quien te habías
entregado en toda su vida: tú hermano gemelo.
…-Mientras tu
hermano vivía, la relación y el vínculo que tenías con él era tan fuerte que
cualquier otra relación en tu vida no le llegaba a esa ni por los talones, y
luego cuando tu hermano murió, te
sentiste abandonada y sola, la devastación fue tal que no quisiste involucrarte
de esa manera con nadie más, así que cuando la cosas se ponían difíciles,
cuando la pareja que tuvieras en ese momento pretendía ir a un nivel más alto,
como tener hijos o verte obligada a escoger entre tú y tu carrera o cualquier
cosa que consideraras importante, tu huías, en el fondo pensabas, ¿por qué debo
sacrificarme? Si tarde o temprano me van a abandonar como lo hizo mi hermano…
…Te convenciste a ti
misma que ese era el modo seguro de vivir, sin involucrarte demasiado, sin
entregar todo de ti, esa era la única forma en que podías lidiar con tú miedo al
abandono…
…-Lo más curioso de
todo esto, es que la vida tiene una forma demasiado irónica de enfrentarnos a
nuestros mayores miedos: mírate ahora, estas aquí conmigo, rendida ante el amor
que sientes por mí, enamorada de mí, entregándome cada día un pedacito de tu
alma, cuando para ti, la amenaza de un abandono está a la vuelta de la esquina,
acechando. Es más, me atrevería a asegurar que mientras más te entregas, más
miedo tienes ¿me equivoco?
Arizona se quedó
helada, petrificada al escuchar las sabias y acertadas palabra de Callie,
“miedo a ser abandonada como su hermano la había abandonado”, ¡wow!, eso nunca
lo había pensado, pero encajaba perfectamente. “Cuando las cosas se ponen
difíciles tu huyes”, le había dicho Mark, aquella vez, y sí, ella siempre huyó
de todas sus relaciones, huyó cuando Callie quiso tener hijos, huyó cuando
Callie de forma inconsciente la puso a escoger con su mal humor entre ella y su
carrera, y lo hubiera logrado de nuevo al marcharse a África, pero supo que se
había enamorado, y regresó.
Por primera vez en
la vida se había enamorado de alguien y ahora, allí estaba, entregando todo lo
que tenía en una relación que podía acabar en un instante. Enamorada de la
única persona que realmente podía hacer realidad su mayor temor: ser
abandonada. La ironía de la situación era total. Es como si el universo fuera
manejado por titiriteros gigantes que mueven los hilos a su antojo por pura
diversión.
Justo cuando Arizona
iba a contestarle a Callie, su teléfono repicó, ella no reconoció el número
telefónico de la llamada entrante, lo que sí reconoció fue el código de área de
la llamada, provenía de San Diego, California, la ciudad donde vivían sus
padres. Tal parece que los titiriteros estaban comenzando a mover los hilos de
nuevo…
Arizona contestó el
teléfono, algo intrigada: -Hola, ¿Quién habla?
Al otro lado de la
línea, una mujer sollozando contestó. Arizona enseguida reconoció la voz, era
su madre:
-Arizona, hija, soy
yo, tu madre, por favor, no vayas a alarmarte, pero tu padre y yo tuvimos un
accidente de auto, un hombre ebrio nos chocó, yo estoy bien, sólo tengo unos
cuantos golpes y la muñeca fracturada, pero tu padre sufrió más.
Arizona alarmada con
la noticia se paró del sofá, mientras Callie tomaba su mano, intuyendo que se
trataba de algo malo. Arizona sollozando, le preguntó a su madre:
-Mamá ¿qué te han
dicho los médicos?, ¿qué daños sufrió?
-En estos momentos
lo están estabilizando en urgencias para llevarlo luego al quirófano, eso fue
lo me dijo uno de los doctores. Arizona, tú eres médico, tú sabes de estas
cosas mucho más que yo, entiendes los términos médicos, por favor, Arizona, te
necesito conmigo ahora, yo sé que tú debes tener muchas ocupaciones allá en
Seattle con tus propios pacientes, pero por favor, no quiero estar sola aquí.
Te necesito conmigo, hija, por favor. Terminó diciendo la madre de Arizona
llorando.
-Por su puesto,
mamá. Voy saliendo inmediatamente para allá, voy saliendo al aeropuerto ahora
mismo, quédate tranquila mamá, mi papá es un hombre fuerte, el va a salir de
esta.
-Eso espero hija,
gracias, te espero ¿Ok?
-Si mamá, nos vemos
en unas horas.
Arizona colgó el
teléfono y comenzó a llorar, Callie no le preguntó nada en ese momento, sólo se
limitó a abrazarla, algo malo había pasado con su padre y Callie sintió la
necesidad de apoyarla, incluso antes de tratar de averiguar qué había ocurrido.
Arizona se aferró a Callie y sin soltarla, le dijo: -Mis padres tuvieron un
accidente de tránsito, mi madre está bien pero a mi padre lo están estabilizando
en este momento… Arizona no pudo seguir hablando, las lágrimas no la dejaban
hablar.
Unos segundos
después Arizona se separó de Callie, diciéndole:
-Mi mamá me necesita
allá, Callie tengo que irme ahora mismo al aeropuerto, ella me necesita.
-Por su puesto…,
dijo Callie, …-Vamos
Arizona se
sorprendió cuando escuchó a Callie. En todos estos años, Arizona se había
acostumbrado a enfrentar sus problemas ella sola, sin la compañía de nadie, le
agradaba la idea de estar acompañada, especialmente por Callie, pero no quería
arrastrarla a ella a eso, así que le dijo:
-Callie, tú no
tienes que acompañarme, yo puedo ir sola
Callie no se sintió
rechazada, ya conocía lo suficiente a Arizona para saber que ese supuesto
rechazo era sólo un reflejo condicionado, producto de la autosuficiencia
impuesta por la propia soledad a la que Arizona se había sometido de manera
casi inconsciente.
Callie sabía
exactamente cómo contestarle sin rodeos, de modo que Arizona entendiera:
-Arizona ya tú no
estás sola, no tienes porque atravesar momentos difíciles como estos tú sola,
yo estoy contigo, como tu pareja, como tu mejor amiga o como tú lo prefieras,
pero no vas a ir sola, yo voy contigo y no me discutas.
Arizona abrazó a
Callie con todas sus fuerzas, entendiendo perfectamente el significado y
alcance de sus palabras, era verdad, ella no tenía que pasar por esto sola, no
quería pasar por esto sola, necesitaba la fuerza tranquila de Callie a su lado,
así que sin soltar el abrazo, pero echando su cabeza hacia atrás para mirarla a
los ojos, sólo se limitó a decirle: -Gracias
Callie sonrió y le
dijo: -Vamos a prepararnos, tenemos que salir al aeropuerto de inmediato
Arizona le dijo:
-Sí, tienes razón.
Ambas se fueron a
sus respectivos dormitorios a preparar su equipaje. A los pocos minutos,
salieron en un taxi rumbo al aeropuerto. A pesar de que era un pésimo momento
para pensar en ello y un momento aún peor para sentir temor, un pensamiento de
pronto asaltó la mente de Arizona y sintió mucho miedo. Callie había recordado
a George O´Malley en la cafetería del hospital donde había sido humillada,
había recordado a Érica Hahn en el estacionamiento donde ella la dejó y ahora
iban rumbo al aeropuerto… una ola de pánico atravesó a Arizona ¿Qué ocurriría
si Callie recordaba en ese aeropuerto lo que había pasado entre ellas?.
Sin darse cuenta,
Arizona comenzó a temblar y Callie que la tenía tomada de la mano, lo notó.
Pensando que ella estaba temblando por el problema de su padre, Callie se
acercó más y la abrazó, entonces Arizona tembló aún más y comenzó a llorar
mientras se aferró con todas sus fuerzas a Callie. Arizona, cerró los ojos y le
rogó al universo “Por favor, no, no permitas que Callie recuerde todo eso
ahora, justo ahora, la necesito conmigo, es cierto, siempre enfrenté estas
cosas sola, pero ahora no quiero estar sola, la necesito conmigo, por favor,
que no lo recuerde, que no lo recuerde”.
Y tal parece que,
por esta vez, el universo se apiadó de Arizona, porque Callie no recordó nada
de lo que había pasado en aquel aeropuerto. Juntas esperaron en la sala de
embarque a que el vuelo saliera, juntas se sentaron en el avión y juntas
llegaron al aeropuerto de destino. Y nunca, nunca Arizona se había sentido tan
apoyada y acompañada en sus malos momentos como ahora, ella siempre había
pensado que buscar apoyo en otras personas era un síntoma de debilidad, nunca
se hubiera imaginado la fuerza que puede ser capaz de transmitirle un ser
humano a otro en momentos como esos. Sentir el apoyo de Callie a su lado, no la
hizo sentirse débil, todo lo contrario, ella sintió una fuerza que nunca antes
había experimentado y como ahora no se guardaba nada para sí misma, se lo
comentó, mientras el avión ya en tierra hacía las maniobras para ubicarse en el
cordón de desembarque.
-Callie, gracias por
estar aquí conmigo, gracias por apoyarme y acompañarme. Siempre pensé que
apoyarse en alguien más era un signo de debilidad, nunca pensé que ese apoyo
podría dar tanta fuerza, yo no sabía lo que era eso, pero gracias por
mostrármelo.
Callie le dio un
beso en la frente y le dijo sonriendo: -Es que tú no conocías el dicho
-¿Qué dicho?, le
preguntó Arizona sonriendo levemente
-Que los verdaderos
amigos saben de matemáticas: hacen que las alegrías se multipliquen y que las
penas se dividan.
Arizona enterró su
rostro en el cuello de Callie sonriendo, mientras le decía: -No, no lo sabía.
Callie apretó
ligeramente a Arizona en un tierno abrazo y le dijo: -Pues ahora ya lo sabes
Arizona suspiró,
sintiendo como se le alborotaba otra vez en el alma, el inmenso amor que sentía
por Callie. Ella también suspiró y aunque no lo dijo, igualmente lo sintió en
su propia alma: el inmenso amor que sentía por Arizona.
Antes de salir del
aeropuerto, Callie pensó que era mejor alquilar un vehículo, si el padre de
Arizona se salvaba, que era lo que ella esperaba, posiblemente iban a estar
yendo y viniendo del hospital a la casa de Arizona varias veces al día y
disponer de un carro alquilado le pareció buena idea.
Callie le preguntó a
Arizona si eso le parecía bien y cuando ella le respondió que sí, Callie se
dirigió al mostrador de una agencia de alquiler de autos. Cuando Callie ya
tenía las llaves en la mano, le dijo a Arizona:
-Tal parece que hay
una convención en la ciudad y había pocos automóviles disponibles, conseguí
alquilar uno, pero es un convertible ¿no te importa?, ¿verdad?
-No Callie, está
bien así, Gracias. Fue buena idea alquilar un coche. Gracias.
Cuando llegaron al
hospital Arizona se encontró con su madre y se abrazaron, luego Callie con un
gesto tranquilizador le dijo a la madre de Arizona: -Tenga fe, todo se va a
solucionar.
Ella agradeció las
palabras de Callie con una sonrisa.
Callie y Arizona
fueron a hablar con los médicos, para saber el verdadero estado de su padre.
Las enfermeras le informaron a Arizona que lo estaban operando en ese momento.
Ambas se pararon justo a la entrada de las puertas dobles que conducían a los
quirófanos del hospital, para poder preguntar por el estado del Coronel Robbins
al primer médico que atravesara esas puertas.
Diez minutos después
un medico salió, Arizona se presentó y le preguntó por el estado de su padre.
El Dr. Monroe, médico general, tranquilizó a Arizona:
-Su padre acaba de
ser operado, sufrió algunas hemorragias internas producto del accidente, pero
estas ya fueron controladas, tiene tres costillas rotas y la muñeca izquierda fracturada,
pero afortunadamente ya está fuera de peligro.
Arizona suspiró
aliviada y se recostó en los brazos de Callie, luego ambas fueron a buscar a la
Sra. Robbins para darle las buenas noticias. Las tres mujeres se abrazaron y
entonces la madre de Arizona le dijo a ella:
-Hija, deben estar
cansadas por ese largo viaje en avión, yo voy a quedarme esta noche con tu
padre, aquí tienes las llaves de la casa, Tú y Callie pueden irse a dormir esta
noche allá. Nos vemos mañana aquí temprano ¿te parece?
-Sí mama, me parece
bien, pero antes déjame ver si puedo ver a mi padre.
-Ok, ve
Callie y Arizona se
dirigieron a la estación de enfermeras para averiguar si el Coronel Robbins ya
había salido de la sala de recuperación y si ya le habían asignado alguna
habitación. La enfermera le contestó que sí, le habían asignado la habitación
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Ambas se dirigieron
hacia ella y entraron. El coronel Robbins estaba apenas despertando, aún así
reconoció de inmediato a su hija y le dijo:
-Hola Arizona, ¿cómo
estás?, hija dame el reporte de daños
Arizona sonrió, aun
en ese estado su padre hablaba usando términos propios del mundo militar.
Ella tomó la mano de
su padre y le dijo: -Papá, tuviste algunas hemorragias internas que ya fueron
controladas, tienes tres costillas rotas y la muñeca izquierda fracturada, pero
te operaron y ya estas fuera de peligro.
-Me alegro. El
coronel Robbins hizo una pausa y se percató de la presencia de Callie, entonces
dirigiéndose a ella le dijo: -Hola Callie, gracias por acompañar a mi hija,
ella siempre se ha rehusado a aceptar compañía en casos como estos, pero me alegro
que hayas estado con ella. Te lo agradezco.
Arizona miró a
Callie y sonrió, ella le devolvió la sonrisa y le dijo al padre de Arizona:
-Ella casi se me escapa sola, pero no la dejé
-Bien, me alegro. Al
fin mi hija no está… El Coronel no terminó la frase, se había quedado dormido.
Arizona le dio un
beso en la frente a su padre y ambas mujeres salieron de la habitación, ya en
el pasillo, Callie abrazó a Arizona y luego le dijo, mirándola a los ojos: -Voy
a terminar la frase que tu padre no terminó de pronunciar porque se quedó
dormido: “Al fin mi hija no está sola”
Arizona sonrió y se
aferró a Callie, colocando sus brazos alrededor de su cuello: -Si, ya no estoy
sola, gracias a ti…Arizona no dijo nada más, pero agregó en sus pensamientos
algo que nunca antes había admitido ni siquiera para sí misma: “… y no quiero
estarlo nunca más, te necesito Calliope Torres, te amo y te necesito”.
Callie no escuchó
los pensamientos de Arizona, pero de alguna forma los percibió, era claro que
la conexión entre ellas cada día se hacía más poderosa, por ello, Callie no
pronunció palabra alguna, pero abrazó a Arizona con todas sus fuerzas y sintió
como ella, aceptando ese abrazo, prácticamente se fundió con su cuerpo.
Unos minutos después
se despidieron de la madre de Arizona y se fueron en el convertible alquilado a
casa de los padres de ella.
Una vez que
llegaron, Arizona se dejó tumbar en el sofá de la sala. Callie se sentó a su
lado y la abrazó en silencio. Unos minutos después Calle le dijo:
-Me alegro que tus padres
estén bien
Arizona suspiró: -Yo
también… estoy agotada, quiero darme un baño y acostarme
Callie le beso la
frente y le dijo: -¿Quieres que té prepare un te mientras te bañas?
-Eso sería
excelente. Gracias
Arizona subió al
piso de arriba a bañarse, luego bajó a tomarse el té que Callie ya había
preparado. Ambas se sentaron en el sofá de nuevo. Entonces Arizona, le dijo a
Callie:
-Es curioso, voy a
dormir en la que fue mi antigua habitación… Arizona hizo una pausa, luego
agregó: -Arriba hay otra habitación donde puedes dormir ¿quieres tomar un baño
antes?
Callie le respondió:
Sí, vamos si quieres. Es necesario que descanses un poco, esto fue muy
estresante para ti
Ambas se levantaron
del sofá y subieron las escaleras. Arizona le mostró la habitación a Callie y
antes de entrar a su propia habitación, Callie le dio un beso de buenas noches
en la mejilla a Arizona.
Arizona le devolvió
el beso y le dijo a Callie mientras ella entraba al baño: -Gracias
Callie le respondió
con una sonrisa y una mirada dulce, sin pronunciar palabra alguna.
A pesar del baño y
del té, Arizona no podía dormir, para ella, hoy más que nunca la necesidad que
sentía por Callie se había puesto en evidencia, hoy más que nunca sentía el
vacio de no tenerla a su lado, si había sido difícil todo ese mes haber vivido
bajo el mismo techo sin tocarse, hoy esa necesidad desnuda era más que
evidente. Hoy más que nunca extrañaba sentir su abrazo en su espalda, su
respiración en su cuello antes de quedarse dormida, sus besos, sus caricias, su
forma única y especial de hacerle el amor. Y sintiendo ese vacío, trato de
resistir el deseo de llorar, pero por más que lo intentó, las lágrimas se
asomaron en sus ojos y comenzó a llorar en silencio, esta noche extrañaba
demasiado a su Callie, demasiado…
Hacer clip en el título para acceder a la canción
Estoy
a tú lado, no puedo dormir
Y
ni siquiera sabes de mí
Mi
espalda se gira a un mundo aparte
Y
tú ni siquiera lo sabes
Estas
lágrimas caen
Y
toda mi vida, y todo este tiempo
Mi
amor por ti se ha sumado
Está
intacto, intacto, intacto
Me
he perdido en miles de gritos silenciosos
Estoy
bajando la brutal montaña
Yo
estoy aquí para intentarlo de nuevo
De
pie en la luz desde las tinieblas
Y
toda mi vida y todo mi tiempo
Y
todo el dolor y todo el trabajo
De
alguna manera me hizo más fuerte al final
Está
intacto, intacto, intacto
Está
intacto, intacto, intacto
Y
toda mi vida y todo este tiempo
Y
todas las oraciones y todas las reuniones
Y
todos los golpes, de alguna manera nos hacen ser mejores al final
Está
intacto, intacto, intacto
Está
intacto, intacto, intacto
Está
intacto, intacto, intacto
Está
intacto, intacto, intacto
Epidemia
– Capítulo 16 –Segunda Parte -
You´ll be in my heart – Tú estarás en mi corazón
Callie tenía
colocados los audífonos del iPod en sus oídos, cuando salió del baño, situado
al lado de la habitación de Arizona, cuya puerta estaba entreabierta. En ese
momento Callie estaba animada escuchando una canción, pero sin saber
exactamente por qué, sintió el impulso de verificar si Arizona se encontraba
bien, así que puso el iPod en pausa y pudo escuchar lo que parecía un leve
sollozo. Callie, preocupada, apagó el iPod, se quitó los audífonos y se asomó en
silencio al dormitorio, tratando de confirmar lo que había creído escuchar.
Arizona estaba acostada de medio lado, de espaldas a la puerta, pero Callie se
percató, por el estremecimiento de su cuerpo, que ella efectivamente estaba
llorando... De pronto una necesidad acuciante se apoderó de Callie, quería
tener a Arizona en sus brazos, quería…
Arizona sintió una
profunda emoción y todo su cuerpo vibró cuando se dio cuenta que Callie se
había acostado justo detrás de ella, arropándola con la calidez de su cuerpo.
Arizona cerró los ojos, tomó aire y luego exhaló, aliviada, e inconscientemente
se recostó hacia atrás para fundirse en el abrazo que Callie le ofrecía. Todo
su cuerpo se estremeció de nuevo, cuando sintió que la mano de Callie le
acarició tiernamente su cadera y luego la posó sobre su vientre para atraerla
aún más hacia ella; era como si Callie hubiera leído sus pensamientos, como si
hubiera intuido la inmensa necesidad que estaba sintiendo por ella.
Callie inspiró el
delicioso aroma que desprendía el cabello todavía húmedo de Arizona, acercó sus
labios a su oído y le susurró con una ternura enloquecedora:
-No llores Arizona,
no llores mi pichirruchi, se que fueron demasiadas emociones juntas, pero ya
todo pasó, no llores.
Arizona sin
voltearse, tratando de prolongar ese momento, ese abrazo y todas las emociones
que de el se derivaban, le susurró a Callie:
-No estoy llorando
por eso, mi amor…hizo una pausa, dudando si debía decirlo, pero al final lo
soltó: …-te extraño… te extraño demasiado. Arizona se paralizó, expectante ante
la forma en que Callie reaccionaría a esas palabras.
Callie no respondió,
la abrazó aún más fuerte y luego de unos segundos, retiró con ternura el
cabello de Arizona y comenzó a besar y a acariciar con sus labios su cuello
ahora desnudo. Arizona se estremeció y soltó un gemido, al sentir una
contracción en su clítoris mientras su vagina se humedecía por el deseo
apremiante. Momentos después Arizona se volteó, sintió la necesidad de ver a
Callie a los ojos, tratando de leer en su mirada sus sentimientos hacia ella.
Ella anhelaba saber si Callie la necesitaba tanto como ella.
Sus miradas se
encontraron y entonces Arizona sintió una profunda y nueva emoción, cuando vio
en los ojos de Callie el amor en su estado más puro. Callie, mantuvo esa mirada
por unos instantes, mientras acunaba la
mejilla de Arizona en su mano, luego se enfocó en sus labios, acercando su boca
lentamente y cuando casi estaban rozándose, Callie atrapó sus labios y su boca
con su lengua en un beso profundo, cálido, delicado. En medio del beso, Callie
hizo una pequeña pausa, buscó la mirada de Arizona y le susurró: -La espera
terminó, luego atrapó los labios de Arizona otra vez, para continuar el beso que se hizo más y más
apasionado, mientras los ojos de ambas se llenaron de lágrimas, embriagadas con
todos los sentimientos que se desbordaban dentro de sí mismas.
Ambas mujeres
gimieron y ambas se excitaron, solo había sido un beso, aún no se habían
comenzado a acariciar ni se habían desnudado, pero la necesidad de la una por
la otra era ya incontenible, imposible de seguir resistiendo. Era como un dique
que durante meses había soportado la fuerza furiosa de un rio que cada día
crecía más y más. Y finalmente el dique cedió, y el enorme caudal de agua lo
sobrepasó.
Callie se reincorporó
y se desnudo en sólo dos o tres movimientos, sólo hizo una pausa larga para
permitir que Arizona la observara, era más que obvio que la visión de su cuerpo
desnudo era algo que ella quería disfrutar desde hacía mucho tiempo. Arizona la
observó y mientras lo hacía, Callie notó como sus ojos se oscurecieron por el
deseo, como su cuerpo entero se estremeció con la visión que tenía delante de
sus ojos. Arizona jadeando le dijo: -¡Oh Dios!, eres tan hermosa Calliope…
Callie sonrió y le
dijo: -Y yo te juro que eres lo más hermoso que han visto mis ojos alguna vez.
En contraposición a
la rapidez con que Callie se quitó su propia ropa, ella hizo movimientos lentos
y espaciados para desnudar a Arizona, ella quería disfrutar del espectáculo de
su cuerpo desnudo como si retiraran una cortina lentamente delante de sus ojos.
Despacio fue subiendo la franelilla de Arizona con su mano mientras acariciaba
y besaba su torso y sus senos con sus labios hasta que finalmente Arizona
gimiendo de placer y de deseo levantó sus brazos para permitir que Callie le
retirara la franelilla. Los ojos de Callie también se oscurecieron por el deseo
y mientras se mordió el labio inferior con sus dientes, sintiendo como la
pasión se desbordaba dentro de su propio cuerpo, buscó los labios de Arizona
para atrapar su boca en un nuevo beso ardiente y apasionado.
Arizona gimió y
abrazó a Callie con todas sus fuerzas mientras se besaban, casi no podía creer
que finalmente estaba sucediendo, después de largos meses de una espera que se
había hecho insoportable, allí estaban desnudándose, besándose, acariciándose,
gimiendo de placer, y lo más importante de todo: amándose. Arizona volvió a
gemir, arqueo su espalda y contrajo los
dedos de sus pies, cuando sintió los labios y la lengua de Callie acariciando y
besando su cuello, sus pezones hasta endurecerlos, y recorriendo su torso
acercándose lentamente a su centro húmedo, ardiente, expectante y lleno de
deseo, que había esperado por tanto tiempo ese anhelado contacto.
Callie retiró las
bragas de Arizona y poco a poco subió por sus piernas acariciando con sus
labios toda su piel. Arizona gemía y se retorcía de placer, mientras sentía
como su vagina se inundaba más y más por el deseo. Callie, también gemía, había
anhelado por mucho tiempo este momento y sentir a Arizona temblar, gemir y
contorsionarse ante cada caricia era verdaderamente excitante.
Con la maestría que
siempre la había caracterizado, como si la amnesia no existiera, Callie comenzó
a acariciar con su lengua toda la extensión de la vagina de Arizona, provocando
nuevos gemidos, nuevas contracciones, nuevos arqueos de espalda en busca del
contacto por tanto tiempo esperado. Y cuando Arizona sintió finalmente la
lengua de Callie en su clítoris, soltó un grito de puro placer. Arizona mordió
sus propios labios intentando alargar esos momentos de éxtasis lo más posible,
pero Callie sabía exactamente que hacer, su amnesia no le impidió llevarla a
donde ella quería y no pasó mucho tiempo cuando un clímax poderoso se comenzó a
edificar con una fuerza incontenible.
Y así, mientras todo
el cuerpo de Arizona temblaba si control, y se tensaba totalmente, sintió un clímax
casi demencial que la hizo gritar de placer. Con la respiración entrecortada,
jadeando, Arizona acarició el cabello negro de Callie y con un toque le indicó que subiera hasta ella. Callie
entendió la seña y de inmediato, con una sonrisa de oreja a oreja y con una
mirada de amor absoluto, llegó hasta los labios de Arizona para atraparlos en
un nuevo beso, que esta vez, más que pasión llevaba un inmensa carga de amor, y
cuando el beso finalizó Arizona se estremeció de nuevo, en el momento en que
Callie la miró a los ojos y después de largos meses de espera, escuchó lo que
más deseaba oír:
-Te amo Arizona, te
amo. Estoy enamorada de ti, me enamoré de ti… otra vez
Arizona volvió a
atrapar los labios de Callie y la beso mientras que al mismo tiempo, sin poder
evitarlo comenzó a llorar, sus lágrimas salían sin control de sus ojos,
mientras el sollozo se escapaba de la comisura de sus labios en medio de ese
beso.
Cuando el beso
finalizó, Arizona aún llorando, le dijo a Callie mirándola a los ojos, casi con
desesperación: -Te amo, Calliope, te amo con toda mi alma, te amo. Entonces la
abrazó desesperadamente y la apretó con todas sus fuerzas, mientras todas las
emociones se disputaban el control de su alma.
En medio de todas
esas emociones desbordadas, Arizona le hizo el amor a Callie, la deseaba con
tanta pasión que la besó, y la acarició con sus manos y con su experta lengua
con absoluta vehemencia. Había esperado demasiado tiempo y la respuesta de
Callie no se hizo esperar. En pocos minutos había gemido, había jadeado, había
retorcido todo su cuerpo y había temblado hasta que el clímax más poderoso se
apoderó de ella acompañado de un gemido gutural que fue música para los oídos
de Arizona.
Luego Arizona buscó
con desesperación los labios de Callie, quería comérsela a besos, Arizona
atrapó la boca de Callie y la dejó casi sin aliento, en una secuencia de besos
igualmente desesperados.
Unos minutos después
Arizona aún sentía esa guerra de emociones luchando por el control de su alma y
de sus sentidos, no sabía exactamente porque, pero sus deseos de llorar no la
abandonaban; hasta que, finalmente, entendió lo que le ocurría. Ella estaba
aterrorizada. Ahora que no había forma de estar más cerca de Callie, el miedo
que había crecido junto con su amor por ella, alcanzó su propio y desesperado
clímax. El terror de perderla, después de esto, se hizo casi insoportable.
Cuando lo entendió,
su llanto se hizo más agudo, más poderoso.
Cuando Callie vio
llorar a Arizona de esa manera, al principio pensó que era producto de sus
emociones, pero cuando la miró a los ojos se dio cuenta que por encima de esas
emociones, en su mirada lo que prevalecía era el miedo, casi el terror,
entonces con una ternura increíble, acunó con sus manos las mejillas de Arizona
y mirándola directamente a los ojos le preguntó:
-Mi amor, ¿qué
tienes?, ¿por qué estas llorando así?
Casi con un susurro,
Arizona le imploró:
-No me dejes nunca
-¿Qué?
-No me dejes nunca,
prométemelo ahora mismo, tú tenías razón, después de mi hermano, yo pensé que
no podía pasar por esto otra vez, que yo nunca pasaría por esto otra vez y
ahora, aquí estoy.
El llanto de Arizona
arreció aún más cuando termino de decir esas palabras.
Callie la abrazó e
inmediatamente después, acunando su rostro en sus manos de nuevo y mirándola a
los ojos, le dijo con absoluta ternura:
-Arizona, por favor,
créeme, yo nunca voy a dejarte, yo estoy aquí y nunca voy a dejarte, te lo prometo.
Yo sé que tienes miedo que todo esto se acabe si yo recuerdo lo que ocurrió,
pero yo no voy a abandonarte por eso ni por nada, te amo demasiado como para
perderte. Y sí, es posible que cuando recuerde me sienta algo confundida, pero
te amo Arizona, te amo y si esperé hasta ahora para hacer el amor, era porque
quería estar segura de eso, lo último que quería era hacerte daño o jugar con
tus sentimientos, por eso esperé, necesitaba estar segura de que nuestro amor
resistiría cualquier cosa y ahora lo estoy, ahora lo sé. Te amo, estoy aquí y
pase lo que pase, aquí estaré. Créeme, créeme por favor, es la verdad, te estoy
diciendo la verdad.
Arizona aún
llorando, miró a los ojos a Callie, como si quisiera ver en el fondo de su alma
la trascendencia y el alcance de todas las palabras que ella acababa de
pronunciar, luego la abrazó y se aferró a ella con todas sus fuerzas. Arizona
quería desesperadamente creer en esa promesa, aún sabiendo que Callie no estaba
en condiciones de prometerle algo así, aunque ella se lo hubiera pedido,
porque, en definitiva, Callie no podía saber lo que iba a sentir cuando
recuperara la memoria.
Sin embargo, Callie
la acunó en sus brazos con tal vehemencia que Arizona se tranquilizó, hasta que
su llanto se convirtió en un leve sollozo.
Callie estaba
totalmente segura de sus palabras, de sus promesas, así que con el ánimo de
arrancarle a Arizona aunque fuera una sonrisa, de pronto recordó, que recién
había escuchado una canción en el iPod que podría hablar por ella, así que lo
tomó de la mesa de noche donde lo había dejado antes de acostarse al lado de
Arizona, y con sólo un audífono en uno de sus oídos buscó la canción, y cuando
la encontró le dijo a Arizona sonriendo:
-Si aún no estás
convencida, entonces te lo voy a prometer de otra forma.
Callie le colocó a
Arizona los dos audífonos en sus oídos y mientras ella comenzó a escuchar la
canción, Callie empezó a hacerle el amor de nuevo, la besó en los labios y luego
comenzó a besarla y a acariciarla por todas partes, y bajó nuevamente hacia su
centro de placer. Callie le estaba haciendo el amor a Arizona, mientras ella
escuchaba su promesa en los audífonos del iPod.
Arizona arqueo su
espalda cuando comenzó a sentir las ondas de placer en su cuerpo provocadas por
las excitantes caricias de Callie y empezó a llorar de nuevo, pero esta vez,
para su propio asombro, eran lágrimas de felicidad. La mezcla de la música en
sus oídos, de esa hermosa promesa hecha canción y de las caricias de Callie era
increíble, se sentía increíble. Arizona, entre gemidos de placer, no pudo
evitar sonreír, al pensar que la mujer que amaba con toda su alma, había
descubierto una nueva forma de hacerle el amor…
Hacer clip en el título para acceder a la canción
Tú estarás en mi
corazón
Deja
de llorar, todo estará bien
Solo
toma mi mano y agárrate fuerte
Te
protegeré de todo a tu alrededor
Yo
estaré aquí, no llores
Para
ser alguien tan pequeño tú pareces alguien muy fuerte
Mis
brazos te mantendrán segura y cálida
Estos
lazos que nos unen no pueden romperse
Yo
estaré aquí, no llores
Porque
tú estarás en mi corazón
Sí,
tú estarás en mi corazón
Desde
este día, ahora y para siempre
Tú
estarás en mi corazón
Sin
importar lo que nadie diga
Tú
estarás aquí en mi corazón…
…Siempre
Nadie
puede entender lo que sentimos
Nadie
más puede entender, lo que no pueden explicar
Sé
que somos diferentes pero, profundamente dentro de nosotros
No
somos tan diferentes del todo
Y
tú estarás en mi corazón
Sí,
tú estarás en mi corazón
Desde
este día, ahora y para siempre
No
escuches a nadie, ellos no saben
Nos
necesitamos mutuamente, tenernos y sostenernos
Ellos
lo comprenderás luego, lo se
Cuando
el destino llame, deberás ser fuerte
Puede
ser que no esté contigo, pero tienes que esperar
Ellos
lo comprenderás luego, lo se
Nosotras
les enseñaremos juntas
Porque,
tú estarás en mi corazón
Créeme,
tú estarás en mi corazón
Yo
estaré allí desde este día, ahora y para siempre
Tú
estarás en mi corazón (tu estarás aquí en mi corazón)
Sin
importar lo que nadie diga (Yo estaré contigo)
Tú
estarás en mi corazón (Yo estaré allí siempre)
Siempre...
Yo
estaré contigo
Yo
estaré allí para ti siempre
Siempre
y por siempre
Solo
mira por encima de tus hombros
Solo
mira por encima de tus hombros
Solo
mira por encima de tus hombros
Yo
estaré allí…
…Siempre
Se sentía tan
increíble que Arizona alcanzó un nuevo clímax antes de que la canción
finalizara, así que Callie con una enorme sonrisa, subió hasta Arizona de nuevo
y aún con la canción sonando buscó sus labios y la besó tiernamente una y otra
vez, acariciando sus labios, buscando su boca con la lengua y de nuevo
acariciando sus labios con los propios.
Cuando la canción
terminó, Arizona se quitó lo audífonos y sonrió. Entonces le dijo a Callie,
profundamente emocionada:
-Te amo Calliope
-Yo te amo, le dijo
Callie abrazándola con todas sus fuerzas. Entonces Arizona le preguntó a
Callie:
-¿Te quedarás
conmigo esta noche?
Callie la miró a los
ojos y sonriendo le respondió usando la última palabra de aquella canción:
-“Always” (Siempre)
Arizona volvió a
sonreír, por encima de todos sus miedos, se sentía inmensamente feliz, porque
una pequeñita voz dentro de ella le decía que Callie cumpliría su promesa, quizás
no sería algo fácil, quizás aún quedaban lágrimas por derramar, pero al final,
el inmenso amor que ambas compartían y el fuerte vínculo que se había formada a
través de el, sería el que vencería sobre todo lo demás, entonces ellas dos
podrían estar juntas como decía esa canción: …Siempre y por siempre.
Callie también se
sentía muy feliz, inmensamente feliz, estar así con Arizona, sentirla tan
cerca, no sólo física sino espiritualmente le daba un sentimiento de paz y
seguridad que nunca antes creía haber experimentado. Ella estaba segura de su
promesa, sin importar lo que ocurriera, si de algo estaba segura es que no
perdería a Arizona, no de nuevo. Ellas dos se amaban y eso es lo único que
importaba.
Antes de disponerse
a dormir, Callie tomó el iPod y se colocó nuevamente un audífono en el oído,
buscando otra canción, cuando Arizona la vio haciéndolo, sonriendo le preguntó:
-¿Qué haces
Calliope?
Callie sonrió y
asintió, luego de apagar el iPod, se quitó los audífonos y le dijo a Arizona:
-Yo soy más dormilona,
así que lo más seguro es que tú despiertes mañana primero. Al despertar,
escucha esta canción que dejé colocada en el iPod, está en español, pero no
importa, escúchala y luego cuando yo despierte te la traduciré ¿está bien?
Arizona sonrió y asintió
mientras bostezaba, era obvio que el agotamiento físico unido a todas las
emociones que habían compartido ese día, se estaban haciendo sentir. De todas
formas, intrigada, le preguntó:
-¿De qué trata la
canción?
-De un nuevo
amanecer, de lo que tú y yo sentiremos mañana cuando despertemos juntas,
abrazadas y amándonos más que nunca. Es una canción que yo te dedico y que
estoy segura que tú me dedicarás cuando entiendas su significado… Callie
también bostezó, entonces justo antes de darle un breve beso a Arizona en los
labios, le dijo: -Creo que es hora de dormir, ¿verdad?.
Sí mi amor, ya es
hora de dormir… juntas, le contestó Arizona con una sonrisa que le iluminó el
rostro, luego atrapó los labios de Callie para darle un beso más profundo.
Cuando el beso finalizó, Arizona le dijo: -Te amo, buenas noches mi cielo
Callie respondió:
-Buenas noches mi pichirruchi, yo también te amo, con toda mi alma… y para
siempre…
Arizona sonrió.
Satisfecha y feliz, dio media vuelta. Callie se deslizó detrás de ella, envolvió el brazo
alrededor de la cintura y extendiendo los dedos por la suave curva del vientre
de Arizona, la atrajo hacia la cuna de sus caderas. Arizona se quedó dormida, sintiendo la
respiración de Callie en su cuello y la exquisita calidez de su cuerpo, como
tanto lo había deseado, por tanto tiempo…
Esta
historia continuará…
La
espera terminó…pero si algo quedó claro, es que hubo una razón para ello…
Una
vez escuché, no recuerdo dónde, esta frase:
“Todo
llega a su hora y en su tiempo… como debe ser…”
No
digo más, ahora hablen ustedes si lo desean ¿Qué les pareció este capítulo?